sábado, 18 de noviembre de 2023

Hola Abuela

 

Hola Abuela

¿Qué tal estas?. ¿Cómo va la cosa?. Esto es lo que hubiera dicho al llamar.

Te escribo porque hace mucho tiempo, así como nueve años, que no hablamos. Lo siento. Se que estoy muy liado, pero debería haber sacado un rato para contarte como van las cosas, como me está tratando la vida, para preguntarte que tal por allí y para decirte cuando voy a verte. Lo siento mucho de verdad.

Seguir recordando y copiando lo que escribí hace diwez años  y repetí en los siguientes no sería justo, te mereces mejores palabras, mejores recuerdos, aunque no se si los tengo. 

De este párrafo solo cuando un número, que nunca recuerdo si es el apropiado pero que simplemente mantengo la secuencia de año a año. Alguna vez echaré cuentas y miraré todos, quizás cuando llegue a los diez, o cuando ponga los diez, sin saber si he llegado, han sido o aún queda otro año. No lo he hecho

Lo siento.


Ya estoy delante del folio en blanco, aunque no te voy a mentir, muy en blanco  no está. Los párrafos de inicio y final de otras veces, que siempre se repiten, ya están puestos. 

Son más de las 00:00 que indican el inicio de ese día en el que siempre hablamos, para conmemorar cuando lo dejamos de hacer, aunque realmente fue un par de días antes, pero bueno, quizás tu ya no me escuchabas, pero yo si te dije hoy, en otros años, las últimas palabras, que por supuesto, no recuerdo.


Aunque en esta ocasión, no hay mucha verdad en esas palabras, si he ido a verte, a veros, un par de veces, ya lo sabes. Una para celebrar un cumpleaños, otra un poco más de paso. Tampoco me quedé mucho, me sigue costando, fue muy rápido, con esa rara sensación de no saber, de culpa, de tristeza y una pizca de alegría. Pero es algo que tenía que hacer, que os debía, no os puedo prometer nada más, si volveré o no volveré. Salvo por casusas ajenas a vosotras, por ser de paso, hacia otra despedida, que ya te cuento un poco más adelante, que es más reciente, y debería tratar de hacer las cosas en orden.

También saber que suelo ir releyendo el año anterior, para saber como plantearlo, y la verdad es que tiene bastante gracia, pero es algo que ira después, hoy no ha habido partido, estoy en el sofá escribiendo después, de un Viernes que se debería convertir, casi en su totalidad, en rutina. Porque siempre hay alguna cosa que cambiar y mejorar, no conformarse, y no enfadarse tanto.

Y llegamos al punto que hay que empezar y empezar a tirar de memoria, para poner cada cosa en su lugar, sin que se me olvide nada, tratando de que entiendas todo lo que te puedo contar y contarte lo que no puedo también.

Y se empieza con el como estas. La respuesta rápida, sería cansado, porque lo estoy, un cansancio físico consecuencia de toda la caña que me estoy dando, esa manera que tengo de afrontar y compensar, haciendo más y más. Pero creo que no nos referimos a eso. Se puede decir que estoy bien, o eso creo casi todo el tiempo, estar mejor siempre es el objetivo, y no se cumple del todo. Iba a poner nunca, pero eso sería una parte pesimista que trato de olvidar, o al meno no hacerla caso. 

Estamos peleando con todo, contra todo. Y ya sabes que a mi ganar nunca se me ha dado bien. Pero en la pelea sigo. 

He vuelto a esa parte del si a todo (casi todo el tiempo) como te resumiré brevemente (o esa idea tengo, aunque ya sabes que luego me lio y me voy por las ramas), fíjate, que ni aún he empezado por el principio, contándote donde me quedé el año paso.

En ese 18 de Noviembre cuando hablamos. Venía el frio, y el frio siempre decide.  Ya había vuelto a esas ganas de hacer todo y con todo, aunque se complicara.

No se como de especifico voy a ser, hay cosas que me cuesta comprender, otras que no comprendo y que no me parecen justas, y que tengo esa necesidad de cerrar, de hablarlas, de confirmar lo que ya sé, pero que te lo tienen que decir. Y esa insistencia quizá sea un problema, pero bueno, ya soy demasiado mayor para cambiar. Y trato de dormir por las noches, aunque sabes que cuesta tanto.

Vayamos al resumen cronológico, aún tenía compañía en esas fechas. Un poco dispersa, sin saber  muy bien si cenábamos o no cenábamos juntos, pero sin reproches de ningún tipo. Había que estas y lo estaba, lo estoy. Aunque a veces, alguien tiene que ser el malo, plantarse, exponer las cosas tal y como son. Recordar que la mierda existe, y que hay que tragarla, comerla y que es algo que hay que hacer solo, sin colchón que lo amortigüe, sin cobijo que lo caliente, sin limpiador que lo blanquee. Y ese es el papel que tocaba hacer, que toca hacer. Estar, siempre, por supuesto, pero no para todo, o no de esa manera.

Ya sabes que tu hija ha tenido un año de salud complicado, que ella es muy borrica, y que el primer paso por talleres pasó en esa época que desde que no estáis me ha dejado de gustar (lo poco que ya me gustaba), y como pasaron esas Navidades, aún con algo de miedo, con ligera incertidumbre, sin saber donde se quiere estar, la verdad. Con discusiones, con esa llamada. Con ese día de Nochebuena que jodió absolutamente todo, sin venir a cuento, sin entenderlo, lo que ha costado cerrarlo, si es que lo está. La última visita previa para verla, para ver si ella lo entendía, porque así no podías volver a casa. Uno de esos detalles con lo que ha ido marcando el año, y que sabes que poco a poco se irán agotando, lo sabes desde ese reencuentro. Siempre ha tenido su vida, y yo a veces participo con más o menos intensidad, pero sé (y quizá eso duele un poco) que se terminará, es algo con fecha de caducidad, al menos tal y como está ahora, y ese futuro será…. Diferente. (ya he mezclado cosas, pero bueno, luego seguimos con ella). También puede ser consecuencia de esos días previos, en los que hubo que desalojar la casa. Quizá no de la mejor manera, yo también tengo mi parte de culpa, pero pasa eso, alguien tiene que ser el malo. Y si es por el bien de la gente a la que quieres, a mi eso, nunca me ha importado, tenga las consecuencias que tenga.

Aunque a la par tan divertido, el paseo por Madrid en un cumple sin tilde, las luces, casa labra, los planes por hacer, cerrar, cumplir. Un previo de verdad, empezando en la comida, y un final de año, divertido, queriendo olvidar la semana anterior, evitándola. Y llegando con resaca.


Un principio de año con Barcelona, su comida, su fuego y ellos;  con la boda encubierta (que repetiré pronto). Ese intento de reconciliación que fue tan escaso y efímero, con tanto dolor que no salió bien. Ha sido un año de muchas lesiones, quizás demasiadas, con el mismo factor en común, que se resumiría con una pregunta y una respuesta. ¿Por qué no corres?, porque duele. Y ha dolido muchísimo, y ha sido muy frustrante, desesperante y todos los ante que se te puedan ocurrir. Pero he buscado todas las soluciones a mi alcance, parece que ya lo hemos conseguido, y asumir que al final siempre se van corriendo, quizás es la más importante, y mientras, pues yo voy andado fuerte.

El ingeniero ha ido a mejor, aunque su papel cambia un poco, sigue resolviendo, hasta se lo reconocen con dinero, pero sigue siendo esa puta barata a la que llamar cuando cunde la desesperación, y que además de solucionar el calentón, ejerce de psicólogo para que todas las cabezas estén limpias y fuertes. Y el ingeniero es muy orgulloso y también se enfada cuando quiere (o debe) ser el protagonista y no lo es. Pero bueno, mejor pensar que es un medio, que quizá ya no sea el mejor, y que tampoco pasa nada por ello. Aunque se revele

Y siempre llega a Abril, con todas sus casualidades y tan diferentes. Plantearse un objetivo de salud que no se llegó a cumplir, estando preparado para el mejor, o incluso para el peor, pero nunca para el igual. Igual. Te esfuerzas tanto y sigue todo igual, sirve de algo esforzarse para quedarse igual. Es algo que cuesta asumir tanto, tantas veces

La primera ayuda, Riopar y todo lo que conlleva. Aportar a esas salvajadas, con perfil bajo, como dice el señor lobo (y esto si lo puedo reproducir), yo soluciono problemas. Y todo lo que conociste ese fin de semana. Ese recuerdo que te dejó tan desencajado y que con el tiempo, los kms y todo lo que vendrá un poco más adelante, ya por supuesto, que se me ha olvidado.

Ya sabes que Abril es un mes salvaje, y que coincide normalmente, compartido con Mayo, con las grandes noches del palacio. Y ya lo he escrito en otros lados, pero… que noches. Del bochorno más absoluto a la mayor de las glorias en la mejor de las noches. Que bien lo pasamos. Los locos que creían. Fantástico para acabar ganando una euroliga en el salón de casa. Con ese breve parón para coger fuerzas, el tiempo justo y adecuado, viviendo en diferido, compartiendo soles y puestas.

Quizá es el momento para explicarte que sé que tiene caducidad, siempre la ha tenido, siempre lo he sabido, pero ahora ya es de verdad, los planes de futuro lo separan más kilómetros de los que puedo asumir a través del agujero negro, y afectará, y mira que me ayuda, aunque yo diga poco y escuche mucho. Y eso que por fin, después de tanto pelear, tiene ese proyecto de vida dentro que tanta ilusión le hacía, que tanto ha luchado y que ya te contaré el año que viene como malcrío. Hasta que pueda. Por eso, quizá la estoy tratando de disfrutar menos, me regaña e intento hacerla caso. Hemos bajado el ritmo, aunque hemos sido cada vez más personas. 

Lo que me recuerda ese día de Florida después del curso con la mami postiza. No lo está pasando ahora muy bien, pero yo la quiero mucho, y seguro que lo va a conseguir, y yo la seguiré llamando vieja, y queriéndola tanto. Aunque también me regaña mucho, y es con razón, porque no doy una.

En el aspecto deportivo, aunque esto más lo trato con el señor Martín, pero así hablas un poco de mí con él. Ya te he contado las locuras del palacio, habría que añadir el agua de Leganés con el fiasco de la copa. Esa nueva estrella en el pecho entre barcos, y la búsqueda, incesante, de la 33. Como siempre, el fútbol me cuesta, este año puede que más, de hecho, no sé si he cogido aún el hilo, pero ya no me prioriza. Lo vivo, casi todo, en diferido. No sé si con la importancia cambiará, pero eso ahora no es importante. 

Como te he dicho, las lesiones han ido marcando el año, y Junio fue tremendamente jodido, no recordaba la última vez que estuve tanto tiempo parado, sin duda, puede ser desde que se hincho esta rodilla que ya no da problemas. Con ese objetivo al final del mes, marcado en el calendario y esa desesperación absoluta que no veía que se pudiera llegar a cumplir. Pero se recuperó, y llegó ese fin de semana. Raro, en ese lugar que tanto te gusta, con las vistas a una terraza tan diferente, pero cumpliendo.

Y como siempre, las casualidades, y está ha sido, está siendo tan bonita. Que digan lo que digan, ni lo pienso, solo lo disfruto. Esos primeros Kms, tantos por menos de 10 no me levanto. Todos esos no km. Con los domingos de piscina y arroz (o lo que sea). Ya me ves, que lo disfruto mucho, arreglar el mundo. Esa rara sensación de que alguien se preocupe por ti, eso a lo que no estamos acostumbrados. Cumplir esa promesa que acabo de empezar. Pelear y poder con todo y contra todos. Siempre con purpurina y unicornio. No sé si lo leerá algún día, quizá si me pregunte por esto, porque yo si le he hablado a ella de ti, de que hablamos una vez al año, y es muy detallista, aunque tenga su coraza. Ella, sin duda, con lo que me quedo de este año. Ya lo estarán viendo, el bien que me hace, y lo que yo lo agradezco.


Llegando a Agosto, cuando fui a veros, aunque antes toco luchar contra esos miedos, esas bajadas para las que no estaba preparado, después de ese festival que tanto disfruté. Y todo previo, con susto previo, a volver a un barco a estar en familia, donde nada importa, solo ellos. Elite como forma de vida, como tantas veces digo. Y así es. Les quiero tanto.
 
Las vacaciones no fuero lo esperado, costaron mucho, se hicieron demasiado largas. No soy tan fuerte, no debo estar tanto tiempo solo. Necesito gente, y ese ha sido un buen, y duro aprendizaje. Que tocaba, estando a gusto, descansando, pero ya queriendo volver, que había que enfilar el final del año.

Ahora ya sabes que está todo un poco torcido, tenía mucha ilusión por ese Domingo que no salió bien, mi orgullo y todas las circunstancias lo impidieron. Y antes de poder asumirlo, analizarlo y solucionarlo (o al menos intentarlo) salió todo por los aires. 

El señor Pepe está donde vosotros creías que ibais a estar. Y ha sido todo muy raro, no me voy a extender, pero sabes que no siempre ha ido todo fluido. Y yo ya me he hecho algo mayor, y en esos días, con tanto desconocimiento, tengo la sensación de haber estado perdido, y de tampoco tener muy claro el motivo. Mi conciencia está tranquila, me pude despedir y bien. Pero no sé, algo se queda ahí, de todos los años que han pasado… tocaba reflexionarlo, pero tampoco he podido. 

Tu hija, tan borrica ella, necesitaba que alguien la cuidara. Y ha sido largo, ha sido muy cansando, ha sido lo que había que hacer. Aún sabiendo que me iba a destrozar, que podía tirar al traste con todo lo que había conseguido, y casi lo ha conseguido. Pero había que hacerlo. No podía combatirla, solo evitarla, y eso, nunca es sano.

Ahora ya me ves, con ansias de rutina. Siendo consciente de que algo hay que cambiar, que hay que volver a intentarlo, otra vez más. No tengo ni idea de si va a funcionar, no tengo ni idea de si voy a ser capaz. Soy tremendamente consciente de que este impulso inicial, se va a acabar. Y no tengo ni idea como lo voy a hacer. Pero ahora, por lo menos, la idea es hacerlo. Y eso es lo que te puedo prometer.



No sé si me dejo algo, ahora que lo pienso, sería bueno, por si acaso, decirte que Lo siento.


Sabes que cuando la encuentre la llevaré a verte. 

Hace tiempo que no voy, ya sabes los motivos, no se cuando podré. Esta aunque viene del copia y pega, la tengo que tachar, porque si voy, y más a menudo que de costumbre, ya sabes el cambio de planes, pero no te puedo prometer si tendré fuerzas para ir a veros, no lo creo. Y sin creerlo, cumplí mi palabra. 


Lo siento.


Sabes que estas letras son solo para ti abuela, por eso de que solo hablamos una vez al año. Nunca escribo para que me lean, solo por lo que necesito, a veces he explicado alguna de ellas, ni lo releo. Pero estas son solo para ti, me da igual el resto, tu me conoces abuela, y te sigo echando de menos. Dale recuerdos al señor Martín, allí donde el creía que estaríais.





viernes, 18 de noviembre de 2022

Hola Abuela

Hola Abuela


¿Qué tal estas?. ¿Cómo va la cosa?. Esto es lo que hubiera dicho al llamar.


Te escribo porque hace mucho tiempo, así como nueve años, que no hablamos. Lo siento. Se que estoy muy liado, pero debería haber sacado un rato para contarte como van las cosas, como me está tratando la vida, para preguntarte que tal por allí y para decirte cuando voy a verte. Lo siento mucho de verdad.


Seguir recordando y copiando lo que escribí hace nueve años  y repetí en los siguientes no sería justo, te mereces mejores palabras, mejores recuerdos, aunque no se si los tengo. 


De este párrafo solo cuando un número, que nunca recuerdo si es el apropiado pero que simplemente mantengo la secuencia de año a año. Alguna vez echaré cuentas y miraré todos, quizás cuando llegue a los diez, o cuando ponga los diez, sin saber si he llegado, han sido o aún queda otro año.


Lo siento.



Ya estoy delante del folio en blanco, aunque no te voy a mentir, muy en blanco  no está. Los párrafos de inicio y final de otras veces, que siempre se repiten, ya están puestos. 


Son más de las 00:00 que indican el inicio de ese día en el que siempre hablamos, para conmemorar cuando lo dejamos de hacer, aunque realmente fue un par de días antes, pero bueno, quizás tu ya no me escuchabas, pero yo si te dije hoy, en otros años, las últimas palabras, que por supuesto, no recuerdo.


He llegado de ver el Real Madrid Alba de Berlín en el palacio yo solo. Créeme que tiene su guasa y eso que no he hecho previo en el bar de la esquina, para rememorarla ya del todo. O como para seguir con el cachondeo, suena esa canción, que por supuesto es top de verano, que trae esos reflejos en el cristal. He preferido darme un paseo, ver a la diosa, tratar de saborear Madrid. Estaba muy enfadado, puedo que lo siga estando. Con todo y con todos, conmigo quizás el primero y con todo aquello que no entiendo. Pero quizás este párrafo no es el momento. Y el Chacho ha contribuido bastante a que al menos por un rato se me olvide.


Por donde empiezo, buena pregunta. Ni me acuerdo. Desde la última vez que hablamos han pasado muchas cosas, nunca se puede decir que demasiadas. Y como me dicen cuando me ven en alguna foto, o como digo cuando anticipo alguna conversación pendiente, estoy bien (o algo parecido). Que nunca se debe estar bien del todo, o no asegurarlo categóricamente, pero dentro de lo complejo que están siendo estas últimas semanas, de no querer analizar el frio ni tomar sus decisiones, o acatarlas, mal no estoy, y eso es cierto. O no estoy como estaba cuando estaba mal, por tanto, es diferente, por tanto, debe ser bien o algo parecido.


Porque he estado mal, y mucho. Hay alguna palabra un poco gorda que lo podría definir, de esas que llevan asociadas ayuda en sesiones de diván o incluso alguna que otra droga, que no he usado en ningún momento, pero quizás hubiera sido una buena salida. Un punto de partida. Pero ya sabes como soy, hasta que la hostia no es la adecuada, yo sigo cayendo sin remedio.


El miedo, propio y ajeno, venció la partida, en ese momento. Las cuatro paredes y el techo, eran un lugar seguro. Y ya ni me arrepentía, lo veía hasta normal. Esa normalidad que te encierra y encierra y te sigue encerrando. Esa que en un momento de lucidez te dice, venga inténtalo, para encontrar la mejor de las excusas, sin miramiento ninguno. Viéndolo, pero sin que me importará. Huyendo de todo, de mi. 


El ingeniero ha fracasado. No ha sido el mejor. Y aunque aún no he tenido la conversación con él, y no creo que nunca la tenga, porque es demasiado orgulloso, yo si estoy orgulloso. No ha podido, pero supo parar a tiempo. Y quizá es uno de los grandes puntos de inflexión, no permitir esa tercera noche sin dormir, no permitir que volviera a pasar de verdad, como parecía, tan diferente a todo lo que había imaginado el miedo en tantas otras excusas, pero tan cerca de la realidad.


Y no estaba bien, y entonces lo empecé a ver.


Ese mes de julio, con la “gran novedad” ya conocida, pero sin poder hacer nada. Según escribo me voy acordando, como en Mayo lo intentamos un poco, como antes, lo había intentado también otro poco, peleando entre drogas duras y dieta sin gluten. Pero como a cada paso, pasaba algo que lo retrasaba, y quizás esa fue la caída, el haberlo intentado y que como siempre, el intento provocara esa reacción en cadena que lo tira todo por los aires en el peor momento, y que hace que sea y me sienta el culpable de todo.


En ese momento en el que iban a volver a las raíces, y yo tuve que estas aislado. Y puede que me acomodara. Después de haber respetado al miedo durante todo ese tiempo, pero no haberlo acompañado, si que se quedo cerquita.


Me vienen viniendo flashazos del año, pero no sé si me va a quedar muy extenso, si los quiero recordar o si debo contartelos, total, tu ya los sabes, y aun queda bastante por decirte.


Olvidemos el invierno, la no vuelta a la normalidad y volvamos a esa semana de Julio. Esa en la que todo salto por los aires, y al contrario que tantas y tantas veces, la onda expansiva no fue destructiva, todo lo contrario.


El ingeniero perdió, el miedo seguía vigente, pero… ante esa decisión, empezaron a empujarme hacia el otro lado.


Ese fin de semana de tranquilidad desmedida, con ellos, cuidándome pero consintiéndome. Los fines de semana relajados allí, tan cerca vuestra ya por fin, en la definitiva, con el disfraz de decir que estaba bien, aunque el “under construction” estaba dentro.


Ese viaje tan lejos, al tanto calor, a lo que suponía todos los problemas a los que no me había enfrentado durante tanto tiempo, las copas, el calor, la gente, las no ganas, ese todo. Que no fue completo, que tuvo ese pequeño momento que nadie sabe, pero joder, se peleó. No fue un 10 pero se superó el 5.


Y la vuelta y ese mes de Agosto… a ver como te lo explico. Porque tiene tantas implicaciones, y sabes que me gusta que haya cosas que solo quedan entre tu y yo, y realmente estoy convencido de que así son, y si salen de aquí, pues no creo que nunca me enteré, como casi todo, y si es, pues será de forma indirecta, como casi todo. Porque si algo sabes, es que yo nunca se nada, yo nunca me entero de nada.


Se podría traducir en ilusión y las fuerzas y los motivos para volver. Que ya ves como estamos ahora, que podría decir muchas cosas, y no tan buenas. Pero que ya he preferido ni leerlas, y aprovechar el empujón de la forma conveniente, no sujetando el lastres. Las diferencias entre el calor, y saber, como siempre he dicho durante ese tiempo, sin que sirviera de autoengaño, que el frio luego siempre decide. Y decide lo que esperaba, pero que durante el calor no se puede admitir ni gritar a los cuatro vientos.


Y no ha salido como todos (bueno, algunos) hubiéramos querido, o quizás solo lo quería yo, o ni siquiera, no sé ni que decirte. Pero lo que si te digo, es que ayudó y mucho. 


Por un lado, volver a recuperar a la familia que se elige, aunque haya supuesto dejar de lado, de lo que me arrepiento continuamente, y ahora estoy tratando de recuperar y lo estoy haciendo, a otras muchas. 


Los grandes cambios, hay que hacerlos, pero sin llegar a lo que dice el señor Lobo (Que aquí no voy a reproducir, porque ni siquiera creo que entiendas la relación ni sepas de la frase a la que me refiero). Y para eso estamos. No solo para un coche rumbo al palacio, que es para lo que habíamos quedado.


Y esa parte es importante, porque te hace recordad, que cualquier día es bueno, que el despertador suena indiferentemente y que se está más cansado cuando no se disfruta, que solo con un par de horas en el cuerpo después de cualquier cena, uber o paseo.


Y el algo que tengo que agradecer, aunque nunca lo sepa. Aunque la sensación haya sido muy diferente, esa ilusión tiene mucha culpa. Agosto fue intenso, con sus miradas a otro lado para no liarla, con todas y cada una de sus equivocaciones, pero tan divertido, tan falto de sueño y lleno de vida. Y si, se lo agradezco, aunque esa noche que tiene tanto que contar, yo me fuera a dormir pronto porque me iba de boda.


En ese momento, en el que el mal, era bien. En el que cuando debería pensarlo en ese tren, solo lo disfrute. No es mi culpa decían ellos, que bien te ve me dijo ella. Y es verdad. Estaba muy bien, a pesar de que no debía estarlo. Lo estaba. A pesar de que no salía, estaba bien. Y eso es lo que agradezco, nunca es el objetivo, es el camino. Y entre medias, pues salen otras muchas más cosas.


Uno de esos paseos que te hacen reencontrarte con millones de madrugones posteriores, el verse de persona con algo de agua en los ojos, pero ante todo, con lluvia, frio o calor, seguir andando, parece que lento, aunque luego los cacharros dicen lo contrario.


Ese bucle que aún no tengo muy claro como poder romperlo, que tiene tantas ramificaciones, aviones, silencios y encuentros.


Que simplemente, sin más intenciones que un agradecimiento en este último momento en el que el miedo ha querido volver a coger su cuota de protagonismo. Habrá algo más, ni lo sé ni lo pienso, solo sé y solo pienso que ese tipo de cosas hay que agradecerlas sin ninguna otra intención. Y así seguir caminando y así seguir encontrando.


Porque hacen posible el volver a esos días, con ellos, fuera o dentro. Con ese momento que no te puedo contar pero que fue tan bonito.


Y ojo, que desde que me he hecho un poco más mayor, aún no he vuelto a coger el ritmo, me está costando. Me enfado demasiado, no he querido asumir el frio, o se cual es su decisión, pero hay otras implicaciones. Mejor archivarlo que destruirlo, aunque tenga esas ganas.



No sé si me dejo algo, ahora que lo pienso, sería bueno, por si acaso, decirte que Lo siento.



Sabes que cuando la encuentre la llevaré a verte. Lo estoy intentando aunque no sé como. Es tan complicado, aún ni yo lo tengo claro.


Hace tiempo que no voy, ya sabes los motivos, no se cuando podré. Esta aunque viene del copia y pega, la tengo que tachar, porque si voy, y más a menudo que de costumbre, ya sabes el cambio de planes, pero no te puedo prometer si tendré fuerzas para ir a veros, no lo creo.



Lo siento.



Sabes que estas letras son solo para ti abuela, por eso de que solo hablamos una vez al año. Nunca escribo para que me lean, solo por lo que necesito, a veces he explicado alguna de ellas, ni lo releo. Pero estas son solo para ti, me da igual el resto, tu me conoces abuela, y te sigo echando de menos. Dale recuerdos al señor Martín, allí donde el creía que estaríais.


 

jueves, 18 de noviembre de 2021

Hola Abuela



 

Hola Abuela


¿Qué tal estas?. ¿Cómo va la cosa?. Esto es lo que hubiera dicho al llamar.


Te escribo porque hace mucho tiempo, así como nueve años, que no hablamos. Lo siento. Se que estoy muy liado, pero debería haber sacado un rato para contarte como van las cosas, como me está tratando la vida, para preguntarte que tal por allí y para decirte cuando voy a verte. Lo siento mucho de verdad.


Seguir recordando y copiando lo que escribí hace ocho años  y repetí en los siguientes no sería justo, te mereces mejores palabras, mejores recuerdos, aunque no se si los tengo. Lo siento.



Ya estoy delante del folio en blanco, aunque no te voy a mentir, muy en blanco  no está. Los párrafos de inicio y final de otras veces, que siempre se repiten, ya están puestos.



Y ahora ya empiezo, encendiendo ese ordenador que a pesar de llevar meses y meses en un nuevo cajón, ha sido darle al botón y arrancar como lo solía hacer, le suena un poro el ventilador, ya no va tan rápido, pero se ha encendido. Todos nos hacemos mayores, pero el sigue respondiendo. Posiblemente cuando termine de hablar contigo, lo vuelva a meter en ese cajón por tiempo indefinido. Como bien sabes, y tal y como muestran las fechas de los documentos, ya no escribo.


Al releer he visto que no fueron muchas palabras, casi ninguna buena, y que me despedía diciéndote que me habían costado, que no tenía ganas. Creo que me reafirmo, este llenar letras, como todo, me está costando mucho y no encuentro esas ganas para hacerlo con una pizca de ilusión, como con todo. Y me jode, bueno, la verdad, no sé si me jode o no. O no se muchas cosas, ya es todo muy mecánico, se pasan los minutos sin más, no tiene nada mucho sentido.


No sé que estrategia tomar, si la de por meses, por etapas, por datos relevantes. Mi memoria cada vez está peor, y tampoco sé si en este año ha habido muchos acontecimientos reseñables. En vivo y en directo pocos, muy pocos. Entre restricciones ajenas y propias, entre miedos y malos entendimientos, entre esas cosas que ocurren y te hacen saltar todo por los aires, pero que nunca es el momento de contarlas, y es mejor que se queden así.


Ha habido mucho online, hay que gente a la que aprecio que sigue montando su vida, formando su familia y que tratan de compartirlo, y es de agradecer. Y me alegro mucho por ellos.


Seguir el camino es el buen camino. Quiero suponer eso. Aunque se observe de lejos.


Mientras lleno el folio, realmente estoy tratando de hacer memoria de cosas. Desde las nevadas y los kilos y kilos de nieve. Todos los nacimientos. Las mudanzas a diestro y siniestro. El no verano. Volver al palacio. Los intentos de normalidad. 


Ya ves, un miniparrafo para resumirlo todo. Me está costando mucho. Casi todos los días hay algún momento de agua, sin sentido, esas lagrimas que se escapan sin saber el motivo. Y que dan tanto igual.


Podría hablar del ingeniero, de lo abandonado que se siente, y si, abandonado. Ha luchado para nada, ha seguido siendo fiel para nada. Se tenía que haber callado la boca y haber seguido con lo mismo. Aún no es el momento y ni tiene ganas de recuperarlo. Es lo que tiene cuando el siente esos sentimientos, que por desconocidos, no los entiende, y es algo que no puede solucionar. Pero justo es eso, que la decisión de la solución es de otros, y por supuesto, y quizás como debe ser, sin haberse parado a pensar en los motivos que le hicieron volver. Esos que ya no importan, esos que ya no están.


El deporte, acabo de terminar de ver el documental de Pau Gasol. Ha sido un año de televisión, con juegos olímpicos es Verano y a deshoras, con despertador y diferido. Tan diferentes a los que recordaba, y efectivamente, no ganaron esa  medalla que merecían, otro chasco más  a sumar a lista de cosas ilusionantes (propias o ajenas) que no han salido como hubiera querido. Pero al menos, un mínimo reconocimiento si se merecen, que te diga algo de ello. Mientras, con o sin ganas, seguiré andando, aunque no sirva para nada.


He visto mucho, muchísimo, y por ahí está registrado. Muchas horas de no hacer nada.


Se ha olvidado, o ha seguido por otro camino. Ya no soy útil. Como las otras, que cambian de sentido.


Se me ha acabado esa fuerza de voluntad, esa que antes se proponía algo, y daba igual cualquier tentación u obstáculo, simplemente seguía adelante. Eso ya no existe, a la silueta me remito.


Lo siento


Y creo que podría seguir mucho tiempo así, pero no sería lo adecuado, o si, o no. Quien sabe, a quien le importa, a nadie. La manera es muy sencilla, ya veras como queda solo entre tu y yo, perdido por la amplia red de olvidos.


Lo siento


Diría que mira que lo intento, pero estaría mintiendo.



Lo siento.



Sabes que cuando la encuentre la llevaré a verte. Lo estoy intentando aunque no sé como. Es tan complicado, aún ni yo lo tengo claro.


Hace tiempo que no voy, ya sabes los motivos, no se cuando podré.



Lo siento.



Sabes que estas letras son solo para ti abuela, por eso de que solo hablamos una vez al año. Nunca escribo para que me lean, solo por lo que necesito, a veces he explicado alguna de ellas, ni lo releo. Pero estas son solo para ti, me da igual el resto, tu me conoces abuela, y te sigo echando de menos. Dale recuerdos al señor Martín, allí donde el creía que estaríais.










miércoles, 18 de noviembre de 2020

Hola Abuela

¿Qué tal estas?. ¿Cómo va la cosa?. Esto es lo que hubiera dicho al llamar.

Te escribo porque hace mucho tiempo, así como ocho años, que no hablamos. Lo siento. Se que estoy muy liado, pero debería haber sacado un rato para contarte como van las cosas, como me está tratando la vida, para preguntarte que tal por allí y para decirte cuando voy a verte. Lo siento mucho de verdad.

Seguir recordando y copiando lo que escribí hace ocho años  y repetí en los siguientes no sería justo, te mereces mejores palabras, mejores recuerdos, aunque no se si los tengo. Lo siento.


Ya estoy delante del folio en blanco, aunque no te voy a mentir, muy en blanco  no está. Los párrafos de inicio y final de otras veces, que siempre se repiten, ya están puestos.

Es muy difícil saber como continuar, si sé como empezar. Ya sabes que yo no creo, pero vosotros si, así que saluda a la Laura de mi parte y que se eche un baile por mi, como siempre la recuerdo, no la tengo en la mente en esta última época en la que ya no era ella. No fui a despedirla pero si estuve cerquita, en su tierra, quizá en uno de los escasos momentos salvables de este año, ya iré luego con ello.

También al tío, pero yo no le conocía tanto.

Está siendo un año jodido para los mayores, hubiéramos estado muy preocupados, pero seguro que habíamos hablado más, por eso se entiende menos, vosotros no estáis. 

Lo siento.

La última vez que hablamos te comente que iba a pasar por el taller, y pasé por él. Y fue bien, ya no hay dolores, aunque tampoco me ha dado tiempo en todo este tiempo a poder comprobarlo con tiempo.

La recuperación fue dura, no a nivel físico, sabes que aguanto muy bien el dolor, pero no avanzar es complicado, y lo que hablábamos de mi independencia, esa que ya no recuerdo.

Se esforzó mucho y de ahí vinieron las consecuencias que ya hemos visto.

Y fue muy complicado, todo muy lento.

Estaba muy solo y con esa sensación de que no importaba o no se tenía en cuenta.

Y parece que empecé a reencontrarme, estábamos ya a principios de Marzo y aunque con mi amiga forzada, era el principio, y el Norte era el mejor lugar. Esos días de comida de diseño, txots y que nada importara, solo se disfrutaba y se disfrutaba mucho. Como rampa de salida, después de los meses de encierro, de los tiempos oscuros, de la soledad de una muleta sin más apoyos.

Y el siguiente fin de semana era un buen ejemplo, de esos que se empiezan desayunando y se acaban al día siguiente en la mañana del palacio.

Ya pintaba todo muy feo y se estropeo.

Creo que es mejor que no te diga nada, porque es difícil de explicar. Y tampoco se ha querido entender, yo ya llevaba 4 meses antes de que todo el mundo estuviera igual de forzado. Pero da igual, no merece la pena. Todo iba a pasar, aunque aún no lo ha hecho, sigue ese egoísmo disfrazado de necesidad, no hemos mejorado nada, no nos ha hecho mejores, seguimos igual de podridos o incluso más.

Y hubo un momentín que se asemejaba a la normalidad, volver después de tanto tiempo, y esa vuelta fue de verdad, pero una vuelta a todos los miedos, a todos los temores, a todo eso que a pesar de todos los pesares había conseguido superar y se ha vuelto a ir todo a la mierda. Ese susto, esa debilidad, estos meses insufribles de los que tampoco quiero hablar, estabas tan cerca que seguro que lo has visto, es insoportable, no se entiende, y encima hay que aguantarlo, no he podido, estoy muy harto de que nunca pasé nada, de que siempre tenga que poner buena cara. 

Esa necesidad de volver a estar solo.

Ya ves que los médicos dicen que ajo y agua, y supongo que con el tiempo volveré, como otras veces, aunque crea que no importa, aunque ya les de todo igual.


El ingeniero, tienes el propio ejemplo de hoy, que queda totalmente retratado.

Está jugando el Madrid en el palacio, ahora ya no digo Mi, es todo tan complicado.

He vuelto a arreglarla, y se ha vuelto a olvidar. Suma y sigue como siempre.

No son buenas letras, supongo que lo esperabas, me ha costado mucho escribir las letras, y durante mucho tiempo he pensado no hacerlo, por falta de ganas, como con todo.







Lo siento.







Sabes que cuando la encuentre la llevaré a verte. Lo estoy intentando aunque no sé como. Es tan complicado, aún ni yo lo tengo claro.

Hace tiempo que no voy, ya sabes los motivos, no se cuando podré.


Lo siento.


Sabes que estas letras son solo para ti abuela, por eso de que solo hablamos una vez al año. Nunca escribo para que me lean, solo por lo que necesito, a veces he explicado alguna de ellas, ni lo releo. Pero estas son solo para ti, me da igual el resto, tu me conoces abuela, y te sigo echando de menos. Dale recuerdos al señor Martín, allí donde el creía que estaríais.



 




domingo, 7 de junio de 2020

Nos íbamos a comer el mundo

Enciendo el ordenador más o menos a la hora que hace un año se apagaba (sobre las 14:00-14:30 horas de ese viernes en ese sitio que tanto contraste daba simplemente con cruzar la calle), cuando creía que era el momento en que todo se tenía que volver a encender, esa era la sensación. Alguna despedida inconclusa seguro que me quedó, quizás me sigue quedando, pero son de todas esas cosas que nunca se llegaron a conseguir, salir de la oscuridad era lo que tenía, ese agotamiento por y para todo no daba más de sí, era la mejor opción, así lo creíamos ingeniero.

Esas ganas, esa ilusión, la motivación, ese todo para todo. Por una vez estábamos de acuerdo, era el momento, era nuestro momento. ¿Qué podía fallar?, nada. Después de tanto tiempo siendo únicamente el ingeniero el mejor, como siempre lo fue, lo habíamos conseguido. Tener un objetivo y una decisión común.

La simbología del cambio, crecer, ser el momento adecuado para todo, joder, estábamos de acuerdo. Y eso es muy raro, siempre cada uno hemos ido a nuestra bola, tratando de no meternos el uno en la vida del otro, teniéndolas separadas. Reputaciones casi intactas, casi siempre tu siempre ganabas, pero no pasaba nada, a mi me quedaban esos ratos, esos pocos días, las océanos que provocaba en tu vida, pero que siempre contrarrestabas, por que más que yo insistiera y me implicara con todas mis fuerzas en ponértelo difícil, en no dormir, en tener resaca, portarme mal; tu después, te adueñabas y lo sacabas adelante. Al final, casi hasta de una forma tan enfermiza que te metías en mi cuerpo y lo machacabas.

En esos seis meses poco a poco fuiste adueñándote de todo y con ese tiempo, también te diste cuenta que no podíamos seguir así que no era lo recomendable, y por ahí fue esa decisión, con lo egoísta que siempre te llamo, pero lo hiciste por mi.

Nos pusimos de acuerdo, era lo mejor. 

Que manera de recuperar la ilusión, de volver a creer que los dos juntos, ya éramos uno, y que ese uno era imparable. Que por una vez se iban a juntar el mejor momento con el momento adecuado. Nada podía fallar, absolutamente nada podía pararnos.

Apagabas el ordenador, un rato antes de lo adecuado, medías las palabras y hacías el viaje de la libertad, del nuevo mundo, en ese en el que todo iba a funcionar, en ese en que todo iba a ir bien. Ese momento perfecto que estaba por llegar, nada podría fallar, ¿qué podía fallar?, todo.

Y quería volver a jugar, y me lo decían, y se notaba, el reflote, la vuelta a lo que nunca debió de irse, un tiempo, una época en la que las consecuencias iban a ser buenas, en que todos los esfuerzos iban a tener su recompensa, y lo peor y mejor de todo, es que nos vimos con las fuerzas y las opciones suficientes para poder conseguirlo, para que de una vez por todas, todo se alineara y funcionara.

Era nuestro momento, estábamos de acuerdo.

Y ahora, lo mejor va a ser volver a apagar el ordenador, no hay despedidas pendientes, no hay nada pendiente que se pueda conseguir, no hay nada. Mi mala vida sigue presente, cada vez más acusada y menos divertida,  y a ti ingeniero, la mediocridad te ha hecho dejar de ser el mejor, y te ha quitado las ganas de intentarlo, no sabes como, pero has perdido, y eso es tan nuevo para ti que yo no sé solucionarlo, nos hemos vuelto a separar y en vez de arreglar el uno las del otro, nuestras consecuencias, nos consumen.

Es la época del todo pasará, del vamos a salir de esta, del todo irá mejor, de las buenas noticias, dejemos el párrafo en blanco.

Recordemos, que estábamos apagando el ordenador, esa ilusión, esas ganas esta motivación, ese mejor momento y el más adecuado, ese todo para todo, ese ya nada importa, todo lo que íbamos a ganar y conseguir, estas son esas palabras, no se si necesarias, estábamos de acuerdo en comernos el mundo. La hostia ha sido pequeña

domingo, 9 de febrero de 2020

Recordarte


Hola Señor Martín

Hace mucho que no hago esto, guardo cada 18 de Noviembre ya sabes tú para qué, porque la echamos de menos, pero contigo nunca he sido tan extenso, hablábamos mucho y lo hicimos durante más tiempo, esos colores que me enseñaste y su pasión tenían la culpa.

Pero tampoco me quiero desviar mucho, de por si estas muy presente, pero este último tiempo lo has estado mucho más.

Empezaré por el final o igual lo mezclo.

Este Jueves volví a ese lugar siendo Febrero. Ese en el que me levanté hace 4 años como si fuera cualquier otro día, mientras tu dormías, yo seguro que había trasnochado la noche anterior, cogí tanto metro y metro ligero, pasé frío y paseando llegue a estar porque así debía de ser. Volví, y sin mucho tiempo para más, no te habías despertado.

Y este Jueves volví a ese lugar. A venderme y ahí estas presente. El camino fue mucho más duro. Estar tanto tiempo de pie me cuesta y mucho, andar hasta el final, con parada de desayuno estaba muy lejos. Me estaba doliendo todo, demasiadas cosas por la cabeza. Pero así es el ingeniero, lo hizo bien o eso quiere pensar. A pesar de dominarlo no eran las circunstancias más adecuadas, supongo que no se le notaría, es muy bueno él.

Y esos tantos dolores que tanto me han hecho recordarte, más aún. Volver esta memoria que tanto digo que me falla a esos días, en los que te dolía a ti. Que pasaste por el taller porque iba a ser mejor, porque era para poder estar mejor. Pero no avanzabas nada, te arrepentías de haberlo hecho, tampoco estabas tan mal como para que compensara el como te encontrabas. Esa desesperación, no por el dolor, sino por la falta de fuerzas. Me acuerdo perfectamente como decías, no me duele, es que no puedo más, estoy agotado, hago un esfuerzo sobre humano y no lo consigo, se me agotan las energías y no se avanza para nada. Y no te entendíamos, te seguíamos presionando, tenías que moverte. Y no lo hacías. Pero no porque no quisieras, no porque te doliera, no porque te hubieras rendido. Simplemente, es que no podías. Y te desesperabas, y te deprimías y se te quitaban todas las ganas, y te arrepentías de todo. Te sentías tan mal, estabas quedándote vacío, sin un gramo de fuerza en el cuerpo, y nos estabas decepcionando. Porque la maldita rodilla no te respondía.

Y en estos meses, te he entendido y comprendido. No hay mayor desesperación que sentirse un inútil, no tener la excusa de que no lo quieres hacer, de poder decir que se es un cobarde, incluso de la comodidad de no querer recuperarse. Ojalá fuera cualquiera de esos casos. Ojalá. Pero no, es que no había fuerzas, poner todo tu empeño para que no se mueva, vaciarte, exprimirte, desesperarte y nada.

Al fin y al cabo, arrepentirse....

Y ahora no duele, ahora pare que se mueve, pero los problemas se trasladan, ese mismo Jueves, en una parte que no importa, al igual que ya casi ni importa eso del fútbol que también perdimos y no te llame (lo siento), hubo un gran retroceso, así lo veo, pero no tengo fuerzas para pelearlo, asumirlo y a ver que pasa. Más o más tiempo, que más da.

Y vuelvo a ese Jueves, ese mismo días, pero por la mañana, en ese ingrato lugar, luchando por el futuro. Jugando con el ingeniero, a todas esas frases de felicitación y enhorabuena por causas pasadas, como me enseñaste que siempre había que estar para ayudar, le pese a quien le pese.

Esa puñalada en lo más profundo, entre la nostalgia y el orgullo, entre la desesperanza y el optimismo, entre los dolores propios y ajenos, en definitiva, entre el chaval y el ingeniero. Ese puñal que se clava, al escuchar esas frases de "no te ponía cara", "me alegro volver a verte", "solucionaste tal mal marrón", "borre tu nombre y el primer apellido", todas esas frases de confianza tras años y años haciendo eso que me enseñaste, tan simple y tan complicado, eso que resume todo lo que soy, todo lo mejor que soy, todo lo que de ti aprendí, sin duda lo mejor de mí.

Todo lo que se resume, en una simple frase

"Soy Camarma"


y si eso es bueno, lo soy por ti







lunes, 18 de noviembre de 2019

Hola Abuela (2019)


Hola Abuela

¿Qué tal estas?. ¿Cómo va la cosa?. Esto es lo que hubiera dicho al llamar.

Te escribo porque hace mucho tiempo, así como siete años, que no hablamos. Lo siento. Se que estoy muy liado, pero debería haber sacado un rato para contarte como van las cosas, como me está tratando la vida, para preguntarte que tal por allí y para decirte cuando voy a verte. Lo siento mucho de verdad.

Seguir recordando y copiando lo que escribí hace siete años  y repetí en los siguientes no sería justo, te mereces mejores palabras, mejores recuerdos, aunque no se si los tengo. Lo siento.


Ya estoy delante del folio en blanco, aunque no te voy a mentir, muy en blanco  no está. Los párrafos de inicio y final de otras veces, que siempre se repiten, ya están puestos.

En la mesa hay restos de paquetes de chocolatinas y una botella que no debería estar ahí, lo había conseguido dejar, creía que lo había superado, pero no, ahí está, he vuelto a caer, después de dos meses, esa última que iba a ser en esas fiestas que nos gustaba tanto compartir, ha quedado en el olvido. No he sido tan fuerte, he caído, a pesar de haberlo prometido. Como con tantas y tantas cosas.

En la tele, cuando he empezado estaba un partido de fútbol, creo que vamos 4-0. Uno de tantos que me han dejado importar, ya sabes los motivos. Ahora están las noticias, está el tema calentito, pero eso da igual, no íbamos a hablar de eso. Te cuento todo lo que te debo

Ha sido un mal año. Mira que lo he intentado, he peleado con todo, como siempre, hasta ha habido un momento que me lo he creído, me tiré a la piscina, me iba a comer el mundo, me ha engullido.

Te conté hace un año, que por pocas semanas, iba la cosa muy bien, no sé si te dije que esperaba que fuera solo momentáneo, que todo iba a ir a mejor seguro. Saltó por los aires.

Ahora sigo, que me llaman al teléfono, es tu hija.

Por donde iba, ah si, el se recuperó, yo estaba muy fuerte en lo físico, pero estaba siendo todo tan complicado, necesitaba esos días que aún no he podido tener (ahora en un rato te cuento).

La siguiente vuelta de tuerca la dio el ingeniero, salto la bomba. Y dolió, y mucho. Era mi casa, yo me tenía que ir y ellos sabían que me tenía que ir. Nunca oculte nada, pesara a quien pesara, yo no soy de hacer nada por la espalda, y menos aún si es con la gente con la que comparto el día a día, que me hizo hace tiempo recuperar la ilusión, que han aceptado al ingeniero y al otro. Mentir a tanta gente fue muy difícil, yo lo sabía, puede ser que el primero de todos. Y era una moneda de cambio, una puta, un mercenario. Querían destruirles y no sabían que con ello me destruían a mi. Pero siempre un profesional, así es el ingeniero, aunque no se lo merezcan, porque no se lo merecían, y lo sigo pensando.

Salí de forma que nadie se esperaba, porque de los sitios hay que irse bien, y empezaba la nueva a aventura.

Es difícil encajar en un sitio que no quieres estar y en el que la mayoría de los que tienen que entenderlo, tampoco quieres que estés, o no con tus condiciones, que son las que hay y no otras.

Algunos soldados y soldada lo entienden, el resto ya me dan igual. Me desaprovecharon, quizá yo no puse mucho de mi parte, no lo voy a negar. Pero es que hay una gran diferencia entre pedir la cosas y exigirlas, por mucho dinero que pusieran a final de mes, que lo ponían. En ese único buen día del mes.

Tiene la parte buena de recuperarla, aunque solo fuera un mesecito, nos habíamos dado por perdidos, pero siempre es un placer el trabajar y pasar los días a su lado, ese pasado que no se olvida. Aunque había significado otras muchas separaciones, solo con la diferencia de que no iba todos los días, y total, también deje de ir, ni tan siquiera los días de partido.

Salvo en el extraño final, no falto ni un buenos días, siempre el emoticono de oculto cuando estaba donde no debía. Sus cosas curiosas, ese becario pulcro y procedimental que podía ser mi padre, el tener que explicar y explicar tantas cosas, decir cada fin de mes que no era autónomo (ese era el nivel) y el colofón de Canadá (que ha que dar gracias a los fallos en la administración pública, aunque si hubiera tenido que ir, hubiera ido, y eso que eran tiempos complejos de agenda).

Pero no funcionó, y ese día que sabía que nos íbamos a volver a ver, esa mañana, se empezó a fraguar todo. No lo voy a negar, ellas los saben, hubo un momento en que lo dejé por imposible, perdí toda la esperanza, asumí mi error y creía saber que me lo merecía y que no podían darse las circunstancias.

Y de repente, se dieron, en Junio estaba marcada la fecha, menuda montaña rusa de mes (que gran metáfora se me ocurrió hace tantos y tantos años). Y volví, y allí estaban, y parecía que no me había ido, habían sido unas vacaciones largas, unas semana de muchas reuniones, y ahí estaba, dispuesto a comerme el mundo. Donde quería estar, a veces el dinero no compensa, y el chaval se lo hizo entender al ingeniero.

Pasó Junio y el empuje se fue perdiendo, el ingeniero es un hombre de acción y le cuesta estar parado, ni tan siquiera ahora se quiere hacer a la idea, y hay días que se queja amargamente.

Pasó el verano, yendo, dejando otras cosas de lado, porque era el sitio indicado.

Pero llego septiembre, y ella se marcho, y los días empezaron a ser un poco más oscuros, a costar más, la tensión no se iba, no existen esas palabras que ella tanto conoce, ni esos viajes tan necesarios rumbo al palacio. Ha habido alguna letra, pero ya no es lo mismo, cierto que yo no soy el mismo tampoco, y que todo me cuesta más. Pero aunque no hablemos de ello, aún no lo he superado.


Cómo ves, el ingeniero ha estado muy ocupado, ha colmado mucho tiempo, demasiadas horas, pero es parte de ello, y Junio lo atestigua, joder que bien estaba, era el mejor momento, lo había recuperado todo, pero no todo se puede tener, o siempre se quiere más, y se peleó demasiado, era el momento de jugar y volver a perder, la caída fue desde demasiado alto, quizá las secuelas aún están en alguna respiración y en cada estornudo y tosido. Pero eso fue Junio…. Hay bastante diversión antes.

Han sido menos, pero como es de esperar, también ha sido año de bodas y despedidas, y sobre todo de viajes. He cocinado y disfrutado con ello, todo en su justa medida.

La primera visita a Duseldorf para ser un friky más, aparentando que sabía algo, confiado por la confianza que ellos había depositado en mi. Una ciudad muy fea, un hotel para enamorarse y estar enamorado, para apuntar a la lista de ir con una futura ella. Unas costumbres diferentes, sin recena, sin entender el jagger. Jugando y viviendo la experiencia.

Amsterdam y esa despedida tan esperada y llena de incertidumbre, pero algo tiene ese país que al poco tiempo se disipo, nada mejor para limar lo que hubiera que liarse a golpes de barcas del ovejo. Porque siempre el tricount lo aguanta todo, parece que es INVENCIBLE como lo fuimos nosotros.

Nació Pablo, mi ahijado. Ese orgullo que no se puede explicar, y que espero estar a la altura, seguro que me ayudas con ello.

Finales de Julio, Tomorroland, vaya festival. Una experiencia a vivir y a querer seguir viviendo. Pasar del los extremos del verano a los del invierno, Europa al fin y al cabo. Volveré pero haciendo sol todo el tiempo.

Agosto ha sido muy extraño, no ha habido barco y lo he echado tanto de menos. Esa locura, esa semana que no importa nada más que esos pequeños metros de convivencia en familia. Esa familia que este año ha seguido peleando, con sus grandes noticias que merecen y esos golpes que duelen en el alma, cuida a todos por ahí arriba que yo intentaré hacer lo mismo aquí abajo. Las nuevas incorporaciones que sin saberlo, nos alegran todos y cada uno de los días, la familia crece y no somos sectarios, no es nuestra culpa de que el resto sean una puta mierda.

Ha tenido ese fin de semana tan peculiar y lleno de juerga, con su Montecarlo y todas las nuevas miembras que estarán siempre invitadas, ese resumen de todo lo que se puede hacer concentrado en unas pocas horas.

Las fiestas de Septiembre no han sido lo esperado, no puedo decir nada más, sigo teniéndolas idealizadas y puede que me esté equivocando, que me siga equivocando, que ya no tenga edad para estas cosas, que siga teniendo ilusión en cosas que ya no importan y no me he dado cuenta, que yo no lo haya olvidado y debería.

Y llegaron las esperadas vacaciones…. Por fin, volviendo a romper las tradiciones de trabajar en ese lugar, igual era un presagió, no lo entiendo, pero ahora voy luego, que me he saltado cosas, y aun me quedan bastantes letras por juntar.

Quizá me he saltado Junio, descarriló la montaña rusa, iba con tanto impulso que no medí ninguna consecuencia, que no vi en ningún momento que algo pudiera fallar, creo que aún me dura la resaca.

Te he comentado que ha habido bodas, y despedidas, una de ellas de Amsterdam que ya no te he contado. Otra que pudo romper demasiadas cosas, pero que es mejor mantenerse callado y obrar en consecuencia en otro momento. Han sido divertidas, como las bodas, o la parte que soy capaz de acordarme de ellas. Fuego y calor; frio y lluvia. Portarse tan mal y tan bien al mismo tiempo, da igual, es siempre compartirlo con ellos.

Sólo te he hecho una mínima mención al palacio, ya sabes que es el sitio donde relajarse de la vida (esa gran contradicción) el primer año completo sin Luka, y este final con el daño de Niko. El triple de Carroll que en tantas fotos ha salido, no es de Palacio, pero ese Viernes de Septiembre gritando y demostrando que hay muchas formas de jugar y nosotros sabemos hacerlo de una, que es ganar. Es deporte, se que no lo entienden, puede que tu tampoco, pero seguro que te acuerdas de cuando lo veíamos y como nos mirabas, y esa es la magia, la que a veces se ha olvidado.

Este año he andado mucho, esos paseos revitalizadores. Caminar como concepto. Sentirse tan a gusto, tan bien. La buena compañía arreglando el mundo, no mirar el reloj, solo los pasos, marcar el ritmo y superarlo, esa sensación de libertad, como el mundo deja de importar más allá del siguiente paso. Jugar por jugar sin ningún motivo más, como siempre ha debido ser, sin tener ningún objetivo, sin buscar nada en el camino, que te sorprenda y que el mundo, poco a poco, para quien se lo merezca (que no creo que sea yo) se vaya arreglando.

Y estaba fuerte, muy fuerte. Pero lo estaba. No te voy a engañar, a ti nunca lo hago. Iba a empezar a escribir anoche, tenía una buena excusa, llovía, te podría haber dicho que aunque hubiera querido, no se daban las circunstancias adecuadas. Pero te hubiera mentido.

Llevo un mes sin salir, desde que empezaron las vacaciones, en uno de los 27.000 pasos del primer día, algo fallo, ni idea el que. Algo tan repetitivo que ni costaba, en alguno de ellos, algo se jodió y se fue a la mierda, digno colofón a un año. Solo me quedaba andar, los kilómetros por delante para arreglar el camino. Lo que me quedaba, lo que me servía para que todo lo demás no importara. Quizá ese día que te he comentado fue un aviso, pero es que ya no tenía miedo, ya me daba igual, tenía planes para todo estos caminos, y se han esfumado. Si algo tengo es mi independencia, quizá lo único que me pertenece al 100% y quizá lo que me cuesta compartir y por eso estoy como estoy, pero eso, ni tan siquiera, ya lo tengo. Mi nueva amiga no me gusta, no la quiero.

Ya sabes, en un par de semanas paso por el taller, dicen que es poco. Pero es volver a todos los miedos. No me atreví a que fuera el 27 de Noviembre, ese es el primer mensaje que te da el miedo, y ya lo tengo. Me ha costados años y años no pensarlo, volver a la normalidad, atreverme a eso que daba por imposible. Y si es solo una rodilla, pero significa tantas y tantas cosas.


Se que casi nada de lo que aquí aparece no te gusta, que igual debería ir contándolo según surge y no guardarlo, pero es que da igual, no importa, nunca lo ha hecho, espero poderte contar otras cosas el año que viene, pero he aprendido este año que las ilusiones son grandiosas, te hacen de reponerte de todo y contra todo, esa sensación es magnifica, pero cuando no se completa, ay cuando no se completa… quizás nunca se complete, no lo entiendo, no se como hacerlo, y el golpe, cada vez es más duro, cada vez tengo más años, el cuerpo se resiente más, y tarda en recuperarse mucho más tiempo, tanto, que aún no sé si lo he conseguido (he dicho que no te iba a mentir, e igual si lo he hecho, si lo sé)


Lo siento.







Sabes que cuando la encuentre la llevaré a verte. Lo estoy intentando aunque no sé como. Es tan complicado, aún ni yo lo tengo claro.

Hace tiempo que no voy, ya sabes los motivos, no se cuando podré.


Lo siento.


Sabes que estas letras son solo para ti abuela, por eso de que solo hablamos una vez al año. Nunca escribo para que me lean, solo por lo que necesito, a veces he explicado alguna de ellas, ni lo releo. Pero estas son solo para ti, me da igual el resto, tu me conoces abuela, y te sigo echando de menos. Dale recuerdos al señor Martín, allí donde el creía que estaríais.