Os voy a contar
un cuento
Verano. Para
nuestro niño, de momento, es ese tiempo tan largo que va desde que se acaban
las clases hasta que vuelven a empezar.
Ahora le parece
largo, según vaya creciendo irá viendo que esos meses comienzan a acortarse, puede
que lleguen a no existir, de repente volverán a aparecer y cuando ya sea mayor
se reducirán a unos pocos días, desperdiciados la mayoría.
Pero aún es un
niño que no pierde el tiempo con grandes males, que no se preocupa de los
horarios, no conoce aún la noche más allá de los días que se olvidan mandarle a
dormir. Todavía no concibe cómo se puede desaprovechar un día.
Es Verano. Época
de calor, piscina, bañador, chanclas, pueblo y muchas costumbres de esas que se
forjan en Verano.
Ese tiempo en que
el despertador no suena tan temprano, que es su ansia por querer seguir
conociendo mundo quien le despierta. Ocupar las mañanas recordando esas viejas
series que ahora ya no echan en la televisión. Visitar el parque como en los
días de fiesta y que este esté lleno, sea la hora que sea. No tener un horario
fijo de comida, guardar las horas de la digestión y disfrutar de los
refrescantes baños en la piscina. No importar tampoco la hora de la cena,
olvidar la merienda para no perder horas de agua y tomar el fresco con el fin
de llegar agotado a la cama para esperar un día nuevo, ese en el que se volverá
a levantar con ganas de disfrutarlo.
Por el momento no
confundirá los términos y no será capaz de distinguir entre Verano y
Vacaciones. Si acaso por los sitios. Vacaciones será pasar el verano, sin
necesidad de lugares, de viajes, de ocupar el tiempo. Ya le llegará el tiempo
en que ansíe las vacaciones aunque no sea verano y que, de tanto querer
aprovecharlas, no le satisfaga e incluso se las deje en el camino.
No perderá el
tiempo, todo aquello que haga lo hará con la ilusión de un niño porque no
tendrá que ser otra cosa, ni enseñarse al mundo de ninguna otra forma. No habrá
libros de por medio, ni cantidades ingentes de apuntes, ni barras de bar, ni
relojes que aconsejen que si no está en la calle mejor estar en la cama, ni
siquiera estará su cabeza, ni tendrá que esperar ninguna palabra ni escribirla.
Simplemente eso,
despertará con la ilusión de lo que es, un niño.
Ya vendrá el
tiempo en que todo eso cambie, en que aparezcan los ladrones para quitársela o
incluso sea el quien la pierda por demasiados motivos.
Pero ya vendrá
ese tiempo, por el momento, duerme niño que mañana te espera otro día de
vacaciones de verano.