lunes, 31 de marzo de 2014

300 El origen de un imperio



No es sublime pero si es buena

Encarar la segunda parte de 300 es todo un reto, tanto para quienes la hacen como para quienes la ven, el listón está muy pero que muy alto y cualquier detalle, por insignificante que sea hará que pierda la comparación y se convierta en una película no tan buena, incluso indigna sucesora.

Y esos son los comentarios que a mi me habían llegado, de un burdo intento de asomarse pero no llegar.

Y no estoy de acuerdo (del todo) con ese comentario. Evidentemente pierde cualquier tipo de comparación. No es tan arrogante ni carismática como Leónidas y sus 300 espartanos. Pero tiene ese aroma épico que ha podido conservar de una a la otra.

La voy a criticar en un aspecto, tiene demasiados toques de humor que no pegan con la película, ese si que puede ser el gran fallo. Me parece un humor demasiado simple y forzado dentro de un ambiente y una escenografía muy cuidada y trabajada.

Tiene más acción, mucha más. Más sangre, más golpes, más fuego, más historia y mucho más ardor (si, los que la habéis visto sabéis que el ardor no tiene nada que ver con el fuego).

La parte de los golpes, el fuego, la batalla, como en su predecesora, muy conseguida, muy lograda, tremendamente impactante y más aún en una pantalla de cine con el volumen muy alto (aunque el de al lado mío acompasaba sus cabezazos con los mandobles de la espada, y hay muchos).

El mar como centro de la lucha, tremendamente espectacular.

Hay más historia, se busca más el contar los porque de cada uno, en que conozcamos a los personajes y tratemos de entenderles y ser participes de sus sentimientos.

Grandes momentos en los discursos, aunque hay vuelven a perder contra Leónidas y sus cenas en el infierno.

Y por terminar con una ganancia, Artemisa, ay Artemisa…..