miércoles, 18 de noviembre de 2020

Hola Abuela

¿Qué tal estas?. ¿Cómo va la cosa?. Esto es lo que hubiera dicho al llamar.

Te escribo porque hace mucho tiempo, así como ocho años, que no hablamos. Lo siento. Se que estoy muy liado, pero debería haber sacado un rato para contarte como van las cosas, como me está tratando la vida, para preguntarte que tal por allí y para decirte cuando voy a verte. Lo siento mucho de verdad.

Seguir recordando y copiando lo que escribí hace ocho años  y repetí en los siguientes no sería justo, te mereces mejores palabras, mejores recuerdos, aunque no se si los tengo. Lo siento.


Ya estoy delante del folio en blanco, aunque no te voy a mentir, muy en blanco  no está. Los párrafos de inicio y final de otras veces, que siempre se repiten, ya están puestos.

Es muy difícil saber como continuar, si sé como empezar. Ya sabes que yo no creo, pero vosotros si, así que saluda a la Laura de mi parte y que se eche un baile por mi, como siempre la recuerdo, no la tengo en la mente en esta última época en la que ya no era ella. No fui a despedirla pero si estuve cerquita, en su tierra, quizá en uno de los escasos momentos salvables de este año, ya iré luego con ello.

También al tío, pero yo no le conocía tanto.

Está siendo un año jodido para los mayores, hubiéramos estado muy preocupados, pero seguro que habíamos hablado más, por eso se entiende menos, vosotros no estáis. 

Lo siento.

La última vez que hablamos te comente que iba a pasar por el taller, y pasé por él. Y fue bien, ya no hay dolores, aunque tampoco me ha dado tiempo en todo este tiempo a poder comprobarlo con tiempo.

La recuperación fue dura, no a nivel físico, sabes que aguanto muy bien el dolor, pero no avanzar es complicado, y lo que hablábamos de mi independencia, esa que ya no recuerdo.

Se esforzó mucho y de ahí vinieron las consecuencias que ya hemos visto.

Y fue muy complicado, todo muy lento.

Estaba muy solo y con esa sensación de que no importaba o no se tenía en cuenta.

Y parece que empecé a reencontrarme, estábamos ya a principios de Marzo y aunque con mi amiga forzada, era el principio, y el Norte era el mejor lugar. Esos días de comida de diseño, txots y que nada importara, solo se disfrutaba y se disfrutaba mucho. Como rampa de salida, después de los meses de encierro, de los tiempos oscuros, de la soledad de una muleta sin más apoyos.

Y el siguiente fin de semana era un buen ejemplo, de esos que se empiezan desayunando y se acaban al día siguiente en la mañana del palacio.

Ya pintaba todo muy feo y se estropeo.

Creo que es mejor que no te diga nada, porque es difícil de explicar. Y tampoco se ha querido entender, yo ya llevaba 4 meses antes de que todo el mundo estuviera igual de forzado. Pero da igual, no merece la pena. Todo iba a pasar, aunque aún no lo ha hecho, sigue ese egoísmo disfrazado de necesidad, no hemos mejorado nada, no nos ha hecho mejores, seguimos igual de podridos o incluso más.

Y hubo un momentín que se asemejaba a la normalidad, volver después de tanto tiempo, y esa vuelta fue de verdad, pero una vuelta a todos los miedos, a todos los temores, a todo eso que a pesar de todos los pesares había conseguido superar y se ha vuelto a ir todo a la mierda. Ese susto, esa debilidad, estos meses insufribles de los que tampoco quiero hablar, estabas tan cerca que seguro que lo has visto, es insoportable, no se entiende, y encima hay que aguantarlo, no he podido, estoy muy harto de que nunca pasé nada, de que siempre tenga que poner buena cara. 

Esa necesidad de volver a estar solo.

Ya ves que los médicos dicen que ajo y agua, y supongo que con el tiempo volveré, como otras veces, aunque crea que no importa, aunque ya les de todo igual.


El ingeniero, tienes el propio ejemplo de hoy, que queda totalmente retratado.

Está jugando el Madrid en el palacio, ahora ya no digo Mi, es todo tan complicado.

He vuelto a arreglarla, y se ha vuelto a olvidar. Suma y sigue como siempre.

No son buenas letras, supongo que lo esperabas, me ha costado mucho escribir las letras, y durante mucho tiempo he pensado no hacerlo, por falta de ganas, como con todo.







Lo siento.







Sabes que cuando la encuentre la llevaré a verte. Lo estoy intentando aunque no sé como. Es tan complicado, aún ni yo lo tengo claro.

Hace tiempo que no voy, ya sabes los motivos, no se cuando podré.


Lo siento.


Sabes que estas letras son solo para ti abuela, por eso de que solo hablamos una vez al año. Nunca escribo para que me lean, solo por lo que necesito, a veces he explicado alguna de ellas, ni lo releo. Pero estas son solo para ti, me da igual el resto, tu me conoces abuela, y te sigo echando de menos. Dale recuerdos al señor Martín, allí donde el creía que estaríais.



 




domingo, 7 de junio de 2020

Nos íbamos a comer el mundo

Enciendo el ordenador más o menos a la hora que hace un año se apagaba (sobre las 14:00-14:30 horas de ese viernes en ese sitio que tanto contraste daba simplemente con cruzar la calle), cuando creía que era el momento en que todo se tenía que volver a encender, esa era la sensación. Alguna despedida inconclusa seguro que me quedó, quizás me sigue quedando, pero son de todas esas cosas que nunca se llegaron a conseguir, salir de la oscuridad era lo que tenía, ese agotamiento por y para todo no daba más de sí, era la mejor opción, así lo creíamos ingeniero.

Esas ganas, esa ilusión, la motivación, ese todo para todo. Por una vez estábamos de acuerdo, era el momento, era nuestro momento. ¿Qué podía fallar?, nada. Después de tanto tiempo siendo únicamente el ingeniero el mejor, como siempre lo fue, lo habíamos conseguido. Tener un objetivo y una decisión común.

La simbología del cambio, crecer, ser el momento adecuado para todo, joder, estábamos de acuerdo. Y eso es muy raro, siempre cada uno hemos ido a nuestra bola, tratando de no meternos el uno en la vida del otro, teniéndolas separadas. Reputaciones casi intactas, casi siempre tu siempre ganabas, pero no pasaba nada, a mi me quedaban esos ratos, esos pocos días, las océanos que provocaba en tu vida, pero que siempre contrarrestabas, por que más que yo insistiera y me implicara con todas mis fuerzas en ponértelo difícil, en no dormir, en tener resaca, portarme mal; tu después, te adueñabas y lo sacabas adelante. Al final, casi hasta de una forma tan enfermiza que te metías en mi cuerpo y lo machacabas.

En esos seis meses poco a poco fuiste adueñándote de todo y con ese tiempo, también te diste cuenta que no podíamos seguir así que no era lo recomendable, y por ahí fue esa decisión, con lo egoísta que siempre te llamo, pero lo hiciste por mi.

Nos pusimos de acuerdo, era lo mejor. 

Que manera de recuperar la ilusión, de volver a creer que los dos juntos, ya éramos uno, y que ese uno era imparable. Que por una vez se iban a juntar el mejor momento con el momento adecuado. Nada podía fallar, absolutamente nada podía pararnos.

Apagabas el ordenador, un rato antes de lo adecuado, medías las palabras y hacías el viaje de la libertad, del nuevo mundo, en ese en el que todo iba a funcionar, en ese en que todo iba a ir bien. Ese momento perfecto que estaba por llegar, nada podría fallar, ¿qué podía fallar?, todo.

Y quería volver a jugar, y me lo decían, y se notaba, el reflote, la vuelta a lo que nunca debió de irse, un tiempo, una época en la que las consecuencias iban a ser buenas, en que todos los esfuerzos iban a tener su recompensa, y lo peor y mejor de todo, es que nos vimos con las fuerzas y las opciones suficientes para poder conseguirlo, para que de una vez por todas, todo se alineara y funcionara.

Era nuestro momento, estábamos de acuerdo.

Y ahora, lo mejor va a ser volver a apagar el ordenador, no hay despedidas pendientes, no hay nada pendiente que se pueda conseguir, no hay nada. Mi mala vida sigue presente, cada vez más acusada y menos divertida,  y a ti ingeniero, la mediocridad te ha hecho dejar de ser el mejor, y te ha quitado las ganas de intentarlo, no sabes como, pero has perdido, y eso es tan nuevo para ti que yo no sé solucionarlo, nos hemos vuelto a separar y en vez de arreglar el uno las del otro, nuestras consecuencias, nos consumen.

Es la época del todo pasará, del vamos a salir de esta, del todo irá mejor, de las buenas noticias, dejemos el párrafo en blanco.

Recordemos, que estábamos apagando el ordenador, esa ilusión, esas ganas esta motivación, ese mejor momento y el más adecuado, ese todo para todo, ese ya nada importa, todo lo que íbamos a ganar y conseguir, estas son esas palabras, no se si necesarias, estábamos de acuerdo en comernos el mundo. La hostia ha sido pequeña

domingo, 9 de febrero de 2020

Recordarte


Hola Señor Martín

Hace mucho que no hago esto, guardo cada 18 de Noviembre ya sabes tú para qué, porque la echamos de menos, pero contigo nunca he sido tan extenso, hablábamos mucho y lo hicimos durante más tiempo, esos colores que me enseñaste y su pasión tenían la culpa.

Pero tampoco me quiero desviar mucho, de por si estas muy presente, pero este último tiempo lo has estado mucho más.

Empezaré por el final o igual lo mezclo.

Este Jueves volví a ese lugar siendo Febrero. Ese en el que me levanté hace 4 años como si fuera cualquier otro día, mientras tu dormías, yo seguro que había trasnochado la noche anterior, cogí tanto metro y metro ligero, pasé frío y paseando llegue a estar porque así debía de ser. Volví, y sin mucho tiempo para más, no te habías despertado.

Y este Jueves volví a ese lugar. A venderme y ahí estas presente. El camino fue mucho más duro. Estar tanto tiempo de pie me cuesta y mucho, andar hasta el final, con parada de desayuno estaba muy lejos. Me estaba doliendo todo, demasiadas cosas por la cabeza. Pero así es el ingeniero, lo hizo bien o eso quiere pensar. A pesar de dominarlo no eran las circunstancias más adecuadas, supongo que no se le notaría, es muy bueno él.

Y esos tantos dolores que tanto me han hecho recordarte, más aún. Volver esta memoria que tanto digo que me falla a esos días, en los que te dolía a ti. Que pasaste por el taller porque iba a ser mejor, porque era para poder estar mejor. Pero no avanzabas nada, te arrepentías de haberlo hecho, tampoco estabas tan mal como para que compensara el como te encontrabas. Esa desesperación, no por el dolor, sino por la falta de fuerzas. Me acuerdo perfectamente como decías, no me duele, es que no puedo más, estoy agotado, hago un esfuerzo sobre humano y no lo consigo, se me agotan las energías y no se avanza para nada. Y no te entendíamos, te seguíamos presionando, tenías que moverte. Y no lo hacías. Pero no porque no quisieras, no porque te doliera, no porque te hubieras rendido. Simplemente, es que no podías. Y te desesperabas, y te deprimías y se te quitaban todas las ganas, y te arrepentías de todo. Te sentías tan mal, estabas quedándote vacío, sin un gramo de fuerza en el cuerpo, y nos estabas decepcionando. Porque la maldita rodilla no te respondía.

Y en estos meses, te he entendido y comprendido. No hay mayor desesperación que sentirse un inútil, no tener la excusa de que no lo quieres hacer, de poder decir que se es un cobarde, incluso de la comodidad de no querer recuperarse. Ojalá fuera cualquiera de esos casos. Ojalá. Pero no, es que no había fuerzas, poner todo tu empeño para que no se mueva, vaciarte, exprimirte, desesperarte y nada.

Al fin y al cabo, arrepentirse....

Y ahora no duele, ahora pare que se mueve, pero los problemas se trasladan, ese mismo Jueves, en una parte que no importa, al igual que ya casi ni importa eso del fútbol que también perdimos y no te llame (lo siento), hubo un gran retroceso, así lo veo, pero no tengo fuerzas para pelearlo, asumirlo y a ver que pasa. Más o más tiempo, que más da.

Y vuelvo a ese Jueves, ese mismo días, pero por la mañana, en ese ingrato lugar, luchando por el futuro. Jugando con el ingeniero, a todas esas frases de felicitación y enhorabuena por causas pasadas, como me enseñaste que siempre había que estar para ayudar, le pese a quien le pese.

Esa puñalada en lo más profundo, entre la nostalgia y el orgullo, entre la desesperanza y el optimismo, entre los dolores propios y ajenos, en definitiva, entre el chaval y el ingeniero. Ese puñal que se clava, al escuchar esas frases de "no te ponía cara", "me alegro volver a verte", "solucionaste tal mal marrón", "borre tu nombre y el primer apellido", todas esas frases de confianza tras años y años haciendo eso que me enseñaste, tan simple y tan complicado, eso que resume todo lo que soy, todo lo mejor que soy, todo lo que de ti aprendí, sin duda lo mejor de mí.

Todo lo que se resume, en una simple frase

"Soy Camarma"


y si eso es bueno, lo soy por ti