viernes, 29 de noviembre de 2013

Esos días

Y lo prometido es deuda, y soy de los que le gusta cumplir con su palabra.

Estas letras van dedicadas a días como el de ayer, si día 27 y además de Noviembre.

Y pensareis, ya esta este como todos los meses o como todos lo meses. No os lo niego, van por ahí los tiros, pero si aguantáis hasta el final a lo mejor encontramos alguna ligera diferencia.

Todos tenemos esos días. En la semana, en el mes, en el año, en la vida; en los que con o sin razón las fuerzas se van, los ánimos nos abandonan, las cosas se estropean y no hay manera de arreglarlas y esas palabras o situaciones que el resto de días no importan se convierten en una montaña. Ese tipo de historias que cualquier otro día son irrelevantes pero que por pasar en ese determinado día son el fin del mundo.

Y esos días aparecen y los hay. Por mucha motivación y demás actos positivos existen, como existen el resto de las cosas y simplemente hay que pasarlos y que no afecten al resto de días que le rodeen.

Sobre esta idea es la que van las palabras. Con el tiempo y la edad, aquí el que escribe ha asumido que no puede hacer nada contra esos días. Existen sin mas. Pero lo que si puede hacer es focalizar esos días en una serie de días determinados y así ya tengo una excusa. Es
Martes, normal que pasen estas cosas, es 27 no vamos a sacar nada bueno, es 27 de Abril, habrá un recuerdo de cuando todo acabo y será un día complejo y emocionalmente inestable, es 27 de Noviembre, cuando todo empezó....

Y aunque sea a base de excusas se acaba el día y con el lo malo. Pasan esas cosas por ser el día que es y nada mas. Al día siguiente ya no será Martes ni será 27 y por tanto no hay malos motivos para dejar de intentarlo.

Si. Esos días son mi excusa, mi mecanismo de defensa.

Son al menos un día a la semana, una vez al mes serán dos y en el mes habrá 5. Pues si, esos son los números. Pero hay otros 25 en que esto no pasa. Y eso a mi me parece justo.

Porque después y por encima siempre esta una filosofía que no entiende mucho de días. Ya fuera en las canchas, con un mando en la mano, delante de la tele, en esos tiempo de estudio, cuando programaba, en la aventura de la playa, haciendo circuitos y ahora pegándome con la configuración a diario; hay una frase que sobresale sobre todas. Desde antes de que los
Martes y los 27 se convirtieran en malos días de malos recuerdos, o mejor dicho, incluso en el momento exacto en que se convirtieron. Su punto de partida, existen, porque "hemos venido a jugar" y jugando a veces se pierde y otras se gana, pero yo me divierto con el juego. Aunque sepa que viene una derrota o aunque sepa que nunca voy a jugar ese partido. Yo no necesito llegar a la meta, necesito una meta que lograr y con eso me divierto, aunque no llegue a nada.

Y también recuerdo una cosa. Después de los Martes siempre vienen los Miércoles y esos pueden con todo. Incluso como ayer, miércoles 27 de Noviembre pudo con todo.

Efectivamente, 27 de Noviembre. Cuando todo empezó y la primera vez de lo que van a ser muchas mas.

Para mi si ha sido algo diferente...

lunes, 18 de noviembre de 2013

Hola Abuela (tercera parte)

Hola Abuela

¿Qué tal estas?. ¿Cómo va la cosa?. Esto es lo que hubiera dicho al llamar.

Te escribo porque hace mucho tiempo, así como dos años, que no hablamos. Lo siento. Se que estoy muy liado, pero debería haber sacado un rato para contarte como van las cosas, como me está tratando la vida, para preguntarte que tal por allí y para decirte cuando voy a verte. Lo siento mucho de verdad.

Seguir recordando y copiando lo que escribí hace dos años  y repetí al siguiente no sería justo, te mereces mejores palabras, mejores recuerdos, aunque no se si los tengo. Lo siento.

Si te digo la verdad, no tengo muy claro por donde empezar a contarte. En este año que ha pasado sin decirte nada han pasado alguna que otra cosa digna de mención. Unas cuantas ya se han consumado y en otras estoy trabajando con toda la ilusión que puedo o que me dejan.

Como siempre te digo, de creer en las cosas que nunca hemos creído estarías viéndolo y seguro que en muchas de ellas te alegrarías y en las otras, pues casi es mejor que no las veas, porque n son las mejores circunstancias en las que he estado.

Suelo empezar por el tema laboral, y ahí residen muchas de las novedades que contarte. Desde Enero madrugo mucho más o llego más tarde. He dejado la periferia de la zona sur, los 15 (apurando) o 30 (con tranquilidad) minutos de puerta a puerta y ahora estoy metido en blasas, metros y algún que otro paseo.

Ahora estoy por el centro de Madrid, buena zona sin duda, de esas que miras y admiras, sobre todo en los paseos de vuelta por la noche. Madrid y su noche es algo para disfrutar, aunque ya no lo hago como antaño, ahora paseo para coger la blasa, unas veces tranquilo, otras más rápido.

Al principio hacía lo mismo, de forma mecánica, viendo como entraba nueva gente y poco a poco se iba yendo. Esto también lo he visto de forma mecánica, en eso me han convertido. Cada vez éramos menos y menos hasta el punto de dejar de ser yo uno de esos. No te preocupes, que eso suena raro, el cambio ha sido al otro lado de la pared, sigo en la misma empresa.

Durante el Verano he trabajado mucho, muchísimo. Con esa sensación de estar cumpliendo pero sin más apoyo que quien tira contigo, sin importarle a los que supuestamente te pagan y coordinan.

Ha llegado Septiembre, y yo quiero pensar que ese esfuerzo ha servido y tiene como consecuencia que ahora estamos muchos más haciendo lo mismo, aunque sea en las mismas malas condiciones.

No te lo voy a negar, no estoy contento. La gente merece la pena, quizás lo único, pero las circunstancias y la valoración no tanto. Discuto mucho y sigo sacando el trabajo.

Podría discutir mucho más y haber sacado más palabras y de otra forma, de la que realmente me apetece. Incluso gente que me conoce me dice que llevo tiempo (desde Septiembre), que estoy más cabreado. Y no lo niego. Lo siento.

Pero tengo un motivo, y ese motivo es sencillo. El año que viene cuando te escriba, lo haré desde mi casa, la mía propia. Está cerca de esta, la verdad es que tiene muy buena pinta, seguro que te iba a gustar. Ya te contaré las aventuras que me acontecen en mi nueva vida independiente. Realmente tengo ganas, se que no va a ser nada fácil, que habrá mucho días muy complicados, pero tengo muchas ganas de vivir esos días. Te reservaré un hueco para que tu foto vea lo que pasa por allí.

Esa es la gran noticia, la que me sigue motivando, por la que sigo levantándome. Los días van a ser mejores, aunque ahora esté arriesgando los días actuales, dejémoslo en que invierto en el futuro.

Sigo con mis dolores, la rodilla siempre está ahí, sobre todo con los cambios de tiempo. El costado ya no molesta tanto ni todos los días, también he de confesar que me estoy cuidando, mi agenda y mi vida social lo atestigua. Ya no me acuerdo de la última vez que no me acuerdo de una larga noche al día siguiente. Últimamente me duele mucho el tobillo, y es curioso,  sólo cuando me tumbo… a ver como avanza.

Siempre te hablo de las mujeres, han pasado alguna que otra en este año, he conocido a muchas, aunque sigo esperando a esa desconocida. Me ilusiono demasiado pronto, antes incluso de conocerlas, de saber sus circunstancias, y eso lo hace bastante complicado, pero seguro que llegará el momento.  Cuando encuentre a la adecuada, la llevaré allí, y la hablaré de ti. Aunque no la puedas ver. Lo siento.

He dejado el gimnasio, este cuerpo y sus circunstancias pueden con las dos horas, o incluso más de esfuerzo, pero no con los cambios de horarios, con el frío y con el resto de componentes químicos. He salido a correr, y he conocido partes del barrio por las que seguro que volveré a ir.

Después de hablar contigo el año pasado me aboné al Real Madrid de Baloncesto. Me lo paso muy bien en el palacio, he disfrutado mucho. Son esas dos horas semanales en las que todo da igual. He notado mucho en verano que no había Baloncesto, ya es mi droga. Mi elemento necesario.

Con toda la gente importante que he hablado y hablo hemos llegado a una conclusión. Y aunque yo soy de los que quieren pensar  que cada día puede ser especial y merece la pena no desaprovecharlo, quizás todas las desilusiones me han llevado a acordar con esas personas que estamos deseando que se acabe este año, no porque haya sido malo (que podríamos pensar que muy bueno no ha sido) sino más bien porque el que viene va a ser muy bueno. Lo que seguro que va a ser es muy diferente.

Este año, hace unos poco días, como bien sabes, he cumplido 27 años…

Como anécdota, el otro día salió Cabanillas en la tele, pero yo ya hace mucho que ni voy ni la veo.

Ayer no fui a tu misa, estaba de guardia.

Lo siento


viernes, 11 de octubre de 2013

La soga

Os voy a contar un cuento 

[Qué bien y a la vez qué raro se me hace poner ese encabezado, demasiado tiempo. A ver como sale hoy esto de contar un cuento. Pondré algún que otro comentario entre corchetes para ir aclarando si es necesario. Al lío]

Una vez vuelta a la rutina, esa que dicen que en verano se pierde y que hasta mediados de Octubre, hasta el Pilar, no vuelve; igual que el frio. Eso dicen digo.

Y ya están los niños en clase y, por supuesto, ahí está nuestro niño también. Con ansias de seguir aprendiendo, exprimir cada día y que cada día le sorprenda, queriendo vivirlos, al fin y al cabo, con la ilusión de un niño.

Las vacaciones ya quedan lejos y es el momento de volver con ese otro tipo de ilusiones que te ofrece el invierno y la rutina.

Una de esas ilusiones que disfrutar es el torneo de soga. Para quien esté un poco perdido, el mecanismo es bastante sencillo: dos equipos, una cuerda (soga), niños tirando con la intención de arrastrar al otro equipo a campo propio. Quien lo consiga, gana.

La convocatoria es solemne. Llega el director a la clase, avisa que al final de semana los delegados tienen que apuntar al equipo con los titulares y suplentes y el horario en que se puede jugar. Cada ronda que se pase hay que hacer exactamente lo mismo cada semana.

Los niños se juntan con el delegado, eligen el día y quienes van a jugar.
Pasan las rondas, llegan al final. No hay problemas, todo coordinado, todo correcto.

Celebraciones varias.

[Y los que lleguéis hasta aquí diréis: “Pues vaya cuento, esto no era así. Ha salido todo perfecto, no hay reto ni enseñanza. No es el cuento que esperaba.” Si alguno está leyendo esto y no piensa eso, no me lo digáis, que uno tiene su pequeña parte de orgullo y no estamos en tiempos de perderlos, así que vamos con lo que de verdad es el cuento].

[Ahora voy a copiar y pegar el principio del cuento para que se pueda leer en conjunto. Diréis que no es necesario, que basta con subir un poco o con tener algo de memoria. A mí lo segundo me escasea y prefiero ponéroslo cómodo. Pondré una marca por si no queréis volver a leerlo. Sólo os tenéis que fiar de mí a la hora de seguir leyendo y que no haya cambiado ni una letra ni un punto ni una coma].

Una vez vuelta a la rutina, esa que dicen que en verano se pierde y que hasta mediados de Octubre, hasta el Pilar, no vuelve; igual que el frio. Eso dicen digo.

Y ya están los niños en clase y, por supuesto, ahí está nuestro niño también. Con ansias de seguir aprendiendo, exprimir cada día y que cada día le sorprenda, queriendo vivirlos, al fin y al cabo, con la ilusión de un niño.

Las vacaciones ya quedan lejos y es el momento de volver con ese otro tipo de ilusiones que te ofrece el invierno y la rutina.
Una de esas ilusiones que disfrutar es el torneo de soga. Para quien esté un poco perdido, el mecanismo es bastante sencillo: dos equipos, una cuerda (soga), niños tirando con la intención de arrastrar al otro equipo a campo propio. Quien lo consiga, gana.

La convocatoria es solemne. Llega el director a la clase, avisa que al final de semana los delegados tienen que apuntar al equipo con los titulares y suplentes y el horario en que se puede jugar. Cada ronda que se pase hay que hacer exactamente lo mismo cada semana.

Los niños se juntan con el delegado, eligen el día y quienes van a jugar.
Pasan las rondas, llegan al final. No hay problemas, todo coordinado, todo correcto.

Celebraciones varias.


________[Aquí empieza lo nuevo]

Reunidos están. Como en cada grupo. Hay unos niños que conocen el juego a la perfección, tienen experiencia y se conocen las trampas y las maneras de ganar. Otros niños tienen la ilusión de jugar y aprender. Los que no asisten, no quieren jugar y no pasa nada.

Se van a reunir, comienzan a ver quién puede y debe jugar. No se ponen de acuerdo, no hay discusiones pero tampoco punto en común.

"Entonces que decida el delegado".

Es lo justo. Las responsabilidades van con el cargo y la toma de decisiones también.

¿Dónde está?

"No se ha quedado, tenía otra cosa que hacer".

“Y ¿cómo lo hacemos...?”

Después de un poco de silencio, una voz se escucha. “Vamos a decidir el día que podemos jugar y apuntamos en una lista los nombres y vamos a entrenar que es más importante que estar discutiendo algo que no nos corresponde.”

Se acepta la moción. Se decide miércoles como día y el azar hace rellenar la hoja en un determinado orden que deja a los más experimentados al final.

Se van a entrenar. Todos aprenden de todos, unos llevan más tiempo jugando y se saben mover, otros tienen más fuerza y otros, mucha más inteligencia. Todos aprenden de todos, son un equipo que tira unido.

A la mañana siguiente, le dan la hoja al delegado y le dicen que tiene que poner a tres reservas y que quieren jugar los miércoles.

Sus palabras son: "Yo lo llevo, pero no entiendo por qué lo tengo que hacer yo si podíais haber ido vosotros ayer y haber decidido, ¿que estuvisteis haciendo entonces? Para eso ni os molestéis, que ya lo hago yo todo. Si os juntáis para nada..."

Reacciones de niños. Siempre curiosas.

Y continúa "Total, esto no tiene futuro y yo me estoy encargando del equipo de fútbol y los miércoles también juegan ellos. Yo lo llevo pero elegís entre vosotros. A mí no me lieis".
Los niños asumen que tienen que ir rotando para suplir el papel del delegado y acuerdan también ir rotando para jugar cada miércoles. Así aprenden todos.

Pasan las semanas. Ganan las partidas. Se acerca la gran final.

"Oye, que me ha preguntado el director por la lista y el día para la final. Que aún no se la hemos llevado. Si os ibais a encargar vosotros no me metáis luego en historias y me dejéis mal. 

Así que dádmela que se la llevo".

Unos momentos de silencio. Se la entregan.

"Pero ¿cómo que es el miércoles? Que sabéis que no puedo y tengo que ir, y además están de reservas éste y aquel. Y sin ellos no podemos ganar".

"Todos podemos ganar. Estamos al mismo nivel y además sólo puede ser el miércoles. Otro día va a faltar equipo".

"Os tendréis que apañar porque se va a jugar el martes y la lista la decido yo".

Y ahora se plantean dos finales que vamos a dejar a la espera.

Ambas empiezan con la misma premisa y no es otra que la final es el Martes.

El primero de esos finales consiste en lo siguiente:

Llega el día de la final, el martes. Son necesarios 7 de esos niños para poder completar el equipo, pero 2 de ellos no pueden ir a jugar, como ya habían avisado, como habían acordado al principio de toda esta larga temporada.

El director está presente. Tras esperar y esperar, toma la decisión que en este caso se debe de tomar. Un equipo no cumple las reglas prometidas y firmadas, dan igual los motivos, pierde el partido.

No hay otra, da igual quién no haya cumplido, el barco se hunde unido, con o sin capitán al frente.

Las reacciones ante este hecho, las dejo en la imaginación de cada uno. Especialmente las del delegado. Nuestro niño y sus compañeros de equipo sí saben por dónde irían los tiros, y se tendrían que apartar.

El segundo de esos finales consiste en lo siguiente:

Llega el día de la final, el martes. A pesar de llevar toda la temporada jugando los miércoles, según lo habían acordado todos los asistentes, ha sido en martes.

A pesar de no poder, de tener otras ocupaciones, los niños del equipo las dejan a un lado para poder ir a esa final por la que llevan peleando toda la temporada.

Aunque realmente en sus caras se nota que para ellos no es una final, no tienen esa ilusión y esos nervios que caracterizan a un momento importante, a ese momento en el que te estás jugando algo, que te ilusiona y que te apetece conseguir.

Se podría decir que su actitud es como otro día más en la oficina, llegan, cumplen con su labor, que es ganar el partido. Recogen sus bártulos y se van por donde han venido.

En la entrega de premios, el director llama al delegado para que recoja el premio que ha ganado su equipo.

El discurso también os lo dejo en la imaginación de cada uno, nuestro niño y sus compañeros saben por dónde irían los tiros, y no necesitan sus medallas. Ellos han cumplido.


Podría haber un tercer final que sería una versión del primero. En el que, a pesar de ser sólo 5 niños, les dejaran participar, y en un juego lleno de épica ganaran, que hubiera apariciones estelares y momentos de dramáticas lesiones, pero eso sin duda, no sería uno de estos cuentos, no sería nada de lo que trata aquí. La fantasía para otros que la necesiten.




[Y recordad, esto son sólo cuentos].