jueves, 17 de noviembre de 2016

Hola Abuela

¿Qué tal estas?. ¿Cómo va la cosa?. Esto es lo que hubiera dicho al llamar. 

Te escribo porque hace mucho tiempo, así como cinco años, que no hablamos. Lo siento. Se que estoy muy liado, pero debería haber sacado un rato para contarte como van las cosas, como me está tratando la vida, para preguntarte que tal por allí y para decirte cuando voy a verte. Lo siento mucho de verdad.

Seguir recordando y copiando lo que escribí hace cinco años  y repetí en los siguientes no sería justo, te mereces mejores palabras, mejores recuerdos, aunque no se si los tengo. Lo siento. Me adelanto unas horas, no quiero olvidarte.

Ya sabes por lo que voy a empezar. Ni tu ni yo creemos en estas cosas, pero él si lo hacía, y siempre pensó, quizás ya esperaba con ansia que os volverías a juntar. Comentamos, como siempre, no recuerdo que partido de domingo, seguro que no fue entretenido, pero la llamada siempre mejoraba cualquier partido.

Ya casi ni sigo el fútbol y aún no he sido capaz de saber el motivo.

Y sin más, unas noches después, después de tomar su cerveza y su café, se echó a dormir, y ya, según el creía se fue contigo.

Como le echo de menos, como os echo de menos. Aún creo que tengo lágrimas por dedicaros.

Ha sido un año feo, difícil, se ha portado muy mal con demasiada gente a la que quiero tanto. Siguen peleando, es un buen ejemplo, pero cada vez es más complicado volver, cada vez lo bueno dura menos, lo malo se mantiene más tiempo y lo insustancial se adueña del resto del tiempo.

He estado muy fuerte últimamente. He pedido, intentado o incluso exigido que me aprovecharan, que merecía la pena. Que podía dar mucho y muy bueno. Que todo aquel con algo de aprecio debería ser participe de ese momento. Quería divertirme, era divertido. No se donde se ha ido. Se ha vuelto a perder, ya no quedan fuerzas. Ya sabes quien tira del carro, que por lo menos el si que está bien (pero eso luego lo hablamos).

Ha habido alegrías, sobre todo de esas muy pequeñas, que día a día, paseo a paseo, visita a visita, foto a foto van creciendo y que ese día que está tan oscuro, de repente, viene una lucecita.

También un bonito reencuentro de esos que quieres mantener y que te hacen muchas ilusión, aunque el tiempo y la vida no permitan nada más.

No recuerdo Enero. Febrero ya lo sabes. Vino Marzo con su fuego. Abril, ay Abril. Mayo empezando la playa. Ese Verano que no la ha sido y que ha sido tan raro, con su montaña rusa que la playa ha calmado. Septiembre de fiestas, descanso e incertidumbre. Octubre de cambios y aquí estamos.

Ha sido un verano curioso cuanto menos. La casa me ha saturado, el agua que todo lo salvaba poco a poco se fue perdiendo. Los juegos y sus horarios han hecho mucho daño. Que poquito he dormido. Ese partido contra Argentina que tras un día de visita del Norte acabó tan tarde porque fue muy difícil intentar arreglarlo para empezarlo. Las noches de Rafa con el frío de los helados. Tantos y tantos paseos.

Creo que aún no he pillado el frío suficiente para olvidarlo, tampoco sé si habrá suficiente, si quiero olvidarlo.

Que bien me lo pasé en fiestas y que mal me porté. Volver a salir todos los días, alguno de ellos sin hacerte caso a eso de que no bebas mucho. Recordando que el cuerpo aguanta y que siempre seré bohemio y caballero.

Y después, y ya entra el ingeniero. Que duro ha sido, como ha sido capaz de que ni se le pueda hablar al chaval. Ha estado todo muy negro, al final ha salido todo bien. Está muy contento, no le importan las 4 horas de viaje, el volver a madrugar. Está contento, lo sombrado en el futuro, el trabajo las buenas compañeras, las buenas palabras, le han llevado a esto. Tener una oficina, volver a desayunar, comer fuera, parones, hablar de todo menos de trabajo. Poco a poco entrando y encontrando el sitio.

El palacio sigue siendo tan divertido, incluso en más precioso en el aplauso de la derrota, tan necesario.

Sabes que cuando la encuentre la llevaré a verte. Lo estoy intentando.

Hace tiempo que no voy, ya sabes los motivos, no se cuando podré.



Lo siento.

viernes, 7 de octubre de 2016

Fin del primer acto de esta nuestra aventura


Hoy apago con este apellido por ultima vez el ordenador. Este teléfono que tengo aquí no se volverá a encender, o no seré yo quien lo encienda. Toca borrar la agenda y limpiarlo a fabrica, si es que este cacharro tan añejo lo permite. La de horas que hemos estado tan pegados, la de sitios inverosímiles que hemos convertido en sala de reuniones con unos simples cascos. Lo raro que me han mirado. Hoy nos separamos.

Cuando todo esto empezó existía un diario, aquí tenéis muchas pruebas de eso. Hay más en un cuaderno que empezó a llenar los días de xxx para contabilizarlos y luego, con el tiempo, quedo lleno de espacios vacíos que no representaban los días pero si las ganas. Podría echar las cuentas de cuantos días de aventura hay, pero si deje de escribir en su día ahora no me voy a poner a recordar los días que falta. Este es el ultimo escrito de esta etapa. No puedo asegurar, por no mentiros o ilusionaros, de que la nueva venga acompañada de letras. No lo creo pero nunca se sabe por donde puede venir el viento. Y además esto es un punto y a parte en el que la siguiente pagina esta en blanco y habrá que ver si se convierte en final o continuación.

Recuerdo ese primer día. La corbata y el traje. Camino nuevo que pasaría a hacer con los ojos cerrados. Edificio extraño que seria mi primera segunda casa. El cuartucho de la espera en el que luego tantas veces me he reunido. La ilusión de lo que luego se convertiría en rutina. El no haber llegado al metro ese día 14 de pleno calor y ya recibir la llamada para que tras la paloma empezara la aventura del ingeniero, ya de verdad, sin bromas ni medias becas. Trabajo puro y duro. Aventura

Seguro que me dejo miles de cosas. Miles de momentos, buenos y malos, primeras y ultimas veces. Pero voy a hacer el esfuerzo de recordar. Igual la cronología no es exacta pero comprended que 5 años no son fáciles de olvidar, digo recordar en orden.

Los primeros días de contar equipos. Si hubiéramos sabido entonces lo que sabemos ahora que poco hubiéramos tardado, pero no nos habríamos divertido tanto. Las ordenes que venían por teléfono que luego se hicieron persona y que justo hasta hoy he seguido escuchando, y aunque el camino nos cambie de apellido seguiremos con ello.

Las taras y las matrices. Lo que me costo entenderlo y todo lo que hubo que arreglar sin que nadie se enterara. Ese primer estudio serio, la confianza para hacerlo y presentarlo en esa primera reunión de verdad en esa Finca en la que ya también podría ir con los ojos cerrados.

Los días de montaditos que tanto disfrutaba y que tanto me gustaba que se nos fueran de las manos. Ese no tener prisa por marchar o acabar en cualquier otro lugar que compartir. Todos los molletes.

Las eternas tardes que nunca acababan, las rondas de seguridad que avisaban que la comida estaba esperando, ese justo momento en el que con todo recogido tocaba volver a encender y aparentar porque sonaba esa puerta.
Las tardes de champions. Los veranos de apuestas de eurocopas. Los juegos olimpicos. Entretenerse pero cumpliendo.

Las interminables llamadas siempre one more time. El empezar a comprender todo, especializarse e ir cada vez mas y mas rápido. Ese me dedico a pintar triángulos y lineas con miles de colores.
Ese fin de semana tan divertido

La primera guardia que no fue y acabo con demasiadas copas. Todos esos soportes que eran mas sencillo bajar unas escaleras que gestionar una llamada. Los miles de arrodillamientos para ver la pantalla con esos cuadraditos que eran tan raros y que ya son amigos.

Las épocas duras. El no saber si decir hasta mañana o adiós. Ese día, ese cuarto de recibir las malas noticias. Cada una de las salidas voluntarias o ajenas. Todos los gracias a quien corresponda.

Las botellas de vino. Los churros. Las sidras. Cenas y juergas. Copas, porque no todo es trabajar y nosotros también tomamos copas.

Ese San Isidro con la empresa y ese "recorrido tan raro". Las mas de cien mentiras. Todas esas horas muchacha que lo hacían tan divertido. El día que nos dejamos de ver y cuando lo volveremos a hacer.

La mudanza. Ese volver de vacaciones y que fuera necesario un esfuerzo que no hacia falta pedir. Cortar y juntar. Los madrugones excesivos, el conformarse con 5 horas de sueño aunque no llegara al segundo miércoles. Ese bajar a los cubos para veros en la racha de tarde que tan descansada era pero tan antisocial me hacia.
Las pedradas de palacio y champion. El preferir dormir mas incomodo que menos cómodo yendo a mesa puesta. Los viernes que se convertían en sábado.

Cuando nos separaba una pared que solo hubo que cruzar.

El duelo entre indios y vikingos que tantas horas nos ha permitido seguir despiertos.

Ese nos vamos a forrar todos o hay que esperar al amo de las llaves. Las alarmas que saltaban. Quedarnos encerrados. Lo bien que olia cuando los partidos comían y el estomago no podía mas.

Ese chino que era barato pero no muy sano. La búsqueda de bares. Nuestros tintos y cervezas. Los viernes de vips.

Los Martes locos. Hoy que pedimos para ver el partido. Esa final de copa que perdí solo en la oficina.
El paseo hasta Ppio en todas las noches hiciera frió o calor. Todos los paseos para refrescar la cabeza hiciera o no calor sin rumbo fijo en busca de ese faro.

Todo lo que discutido y todo lo que me he cabreado. El momento del cambio. Rifarse el teléfono, los lobos, los golpes, el esto como se hace, siempre había una respuesta.

Esa moneda que convirtió el verano en un continuo Martes. El esfuerzo que queremos pensar que hizo necesitaramos tanta gente.

Más y más discusiones. Ser o no ser PR. El mañana hay que empezar a hacer esto que nunca hemos hecho, pues dale. Los expertos. El por unos días volver a aprender al antiguo hogar.

Las nuevas despedidas voluntarias y ajenas. El volver a decir adiós. Los temas pendientes. Lo engañadas que os tenia porque aun seguis hablando bien de mi. Las cañas pendientes.

Ese momento en el que toca decidir si continuar o dejarlo y que el techo y una nueva confianza digan el resto.
Cambiar las funciones. Volver a mudarse esta vez no mas drástica. Ese empezar a dejar de ir hasta convertirlo en costumbre y que los días en los que te das el paseo sean de todo menos de trabajo.

Demasiada casa. No compensa. Otro momento débil. El ingeniero no puede copar tantas horas, es un precio demasiado alto que nadie esta dispuesto a pagar. Todo o nada y gana una buena suma. De palmaditas no se come.

Y seguir avanzando. Hacer verdaderas burradas en busca de ese 90%

Un último verano demasiado largo. El barco se hunde, la música tiene que seguir sonando y somos buenos músicos. Quizás los mejores.

Y se acabó. A quien me haya dejado, perdón. Si he dicho algo que no debía, perdón.

Siempre, como siempre. Se hacen las cosas lo mejor que se saben.

Aquí no hay hueco para el futuro. Eso será otra historia. Aquí se acaba el resumen de esta aventura. Decir adiós es complicado, los ingenieros también tenemos sentimientos. Y no somos tan racionales y materialistas como deberíamos. La cabeza sabe que es bueno pero el corazón tiene que olvidar, bueno, cerrar todo lo vivido.

Solo se me ocurre una forma de terminar

GRACIAS A QUIEN CORRESPONDA