Día 273: Silencio, se
trabaja.
Realmente no se ni lo que escribir, me gustaría quedarme
agusto, soltar todo lo que pienso. Yo no soy ningún salvador de momentos
oportunos, de los que asoman sólo cuando conviene, nada de eso. Soy de poner la
cara siempre, en estos casos es maña cara.
No tampoco soy de reírme.
Hoy, como el resto de compañeros, he seguido la política de
la empresa: Silencio absoluto.
Seguir trabajando por respeto a los que no están y deberían;
no al revés. La motivación, las ganas y la ilusión para otro momento, si es que
no se ha quedado en el camino.
Las decisiones hay que asumirlas, compartirlas o no, pero
aceptarlas (aunque no se entiendan). La comunicación y las formas las dejamos
para otra reflexión antes de que me siga calentando.
Al fin y al cabo, soy un número que de momento les sale
rentable, cuando deje de ser eso, recibiré una llamada y ninguna palabra.
Mientas tanto, a seguir sacando trabajo. Como siempre, no
como todos.
Releyendo y
comparando:
Los buenos findes siempre han tenido consecuencias.
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