miércoles, 4 de julio de 2012

Juguetes y sombras


Os voy a contar un cuento.

Hora de jugar en clase. 

Ese momento en que todos los niños se disponen a disfrutar de los juguetes.

Hay todo tipo de juguetes, quedan fuera los balones, las pelotas, los rastrillos y las palas. Todo aquello que implica calle y parque no está contemplado, ahora toca jugar bajo el techo.

Los niños y las niñas salen corriendo desaforadamente, no hay ley, no hay reglas. Dan igual las indicaciones de la profesora, no existe el sentido común. 

Y más aún en esos días en los que se han renovado los juguetes, esos en los que hay alguno nuevo que todos desean. ¿Se van a divertir con ellos?, ¿realmente les apetece ese juguete?. Qué más da, lo importante es que no lo tenga otro, lo importante es decir al resto de sus compañeros de clase (que no tiene por qué considerarse como amigos) que son ellos, y no otros, ellos, los que tienen ese juguete. 

Aunque, hasta ese momento, ni se hayan planteado el querer jugar, aunque sus frases previas sean de negación, de otras intenciones en el juego, ¿qué más da una palabra dada si es sólo propia y no coincide con la ajena?.

Y ahí va la manada desbocada, arrasa con los juguetes, dicen que disfrutan, ponen buena cara. ¿Era lo que querían?, no, pero ¿desde cuándo eso es lo importante?.

Y ahora estaréis preguntándoos, vosotros, lectores: ¿En estos cuentos no se contaban las andanzas de un niño?.

Pues sí, ese niño que no ha salido en desbandada hacia los juguetes, que nunca le ha importado el ¿con qué?, sino el ¿con quién?. Que juega por el mero hecho de jugar, como ha hecho siempre, como siempre hará.

Se acaba la hora de los juegos. El resto de niños se van a sus cosas, nuestro niño recoge sus juguetes, ve como los del resto, esos tan bonitos y tan apetecibles, muestran las represalias del mal uso.

Recoge sus juguetes, recoge el resto, arregla todo aquello que haya que arreglar, los deja en su sitio.

Mañana el resto de los niños los encontrará en su sitio, en perfecto estado, volverán a jugar con lo que quieran y no se harán más preguntas.

Cierra la puerta, apaga las luces, se hacen las sombras, su mejor sitio.

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