sábado, 24 de diciembre de 2011

Cuento de navidad


Bueno, pues aquí comienza mi pequeño granito de arena lleno de hipocresía para sumarme a la mentira (digo alegría generalizada).

Los pocos que seguís esto, que me conocéis, sabéis que de aquí hasta el punto final no vais a encontrar “na bueno”, pero es mi manera, mi forma y nadie obliga, en cuanto os aburráis hay por ahí un aspita que sirve para cerrarlo.

La verdad es que no se de que va a tratar el cuento (no voy a volver a temas ya dichos que siguen pendientes) y es muy posible que se parezca a algún cuento ya escrito, ni mi memoria ni yo nos vamos a poner a pensarlo.

Empecemos por el principio:

Os voy a contar un cuento

Vacaciones de Navidad, suena bien para nuestro niño. Ya le llegará el momento en que las obligaciones, la responsabilidad, la edad, la crisis y el dinero; le hagan ver que estos días no son de vacaciones y puede que incluso hasta lo prefiera.

Pero estamos en esas vacaciones de Navidad y concretamente vamos para Nochebuena. Puede que nos encontremos ante el primer problema, en su clase muchos de los niños dicen que la nochebuena es el día que viene papa Noel (o santa Claus o como lo queráis llamar) y el día de Navidad es fiesta para jugar con los regalos. Costumbres extranjeras apoyadas en el dólar, una pena. Aunque si se pone un bien a pensar, la verdadera fiesta está impuesta por unas creencias e instituciones en las que con el paseo del tiempo nuestro niño dejará de creer y confiar (da igual el orden).

Pero estamos en Nochebuena. Cuando era pequeño nuestro niño no entendía porque tenía que querer, reír, disfrutar y portarse bien con esas personas a las que todos llaman familia y el que sólo veía una vez al año y que no conocía. Con el tiempo aprenderá a disimular y más tarde, diversas circunstancias le harán dejar de ir y juntarse a reír con otras personas (familia impuesta o decidida, pero querida).

Dejamos la cena y nuestro niño tiene que acostarse porque si no, no le van a traer los regalos. La ilusión le impide conciliar el sueño pero acaba durmiendo. Los niños son así. Con el tiempo no dormirá pero no tendrá nada que ver con la ilusión, ni los regalos, pero dejamos que esta noche descansa. Dulces sueños.

Los sueños, al igual que las pesadillas que vives mientras duermes se acaban al despertar. La emoción invade, hoy no le cuesta levantarse, es el día de Navidad, es la mañana de abrir los regalos. Corre, disfruta del camino, la primera imagen de los muchos o pocos regalos quedará en su rutina, tan bien envueltos, tan bien colocados…

Comienza a abrir ¿qué emoción reside en repasar la lista de lo pedido?. La magia reside en la sorpresa y esa sorpresa pasa de ¿qué es esto? a no existir.

En los días posteriores sus amigos, en clase, en el parque; preguntaran y compartirán los regalos. Apelarán a la suerte de lo que  le han traído a nuestro niño, querrán tenerlo con buenas o malas artes.

Y nuestro niño llegará el momento en que piense e incluso diga “toma” o “se lo cambiaría”. Al fin y al cabo es un objeto que estaba muy bien envuelto en su salón una mañana en que se despertó con mucha ilusión, no tardará en saber que su ilusión se basa en un engaño y a el siempre le han dicho que mentir es malo, y le han estado mintiendo. Se acostará con la música que no le gusta escuchar pero a la que ya se ha acostumbrado y perderá la ilusión.

Pero es un niño y para bien o para mal su ilusión se renueva cada día, aunque sea con el vuelo de una mosca.

Normalmente el niño aprende en estos cuentos pero quizá esta vez deberíamos aprender de él.

FIN

Lo siento si no os deseo Feliz Navidad, yo no soy de fechas especiales prefiero hacer especial cada día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario