lunes, 12 de diciembre de 2011

Más de 100 mentiras


Tenía mucha pero mucha ilusión y muchas ganas de ir a ver el musical de Sabina. Yo no soy de ir al teatro, eso no lo puedo negar, se que es para darme una colleja, pero bueno, trato de enmendarlo cuando hay algo que realmente merece la pena, y está vez, mi debut en un musical, sin duda, lo merecía.

No me acerque a este musical por serlo, sino porque se basa en las letras de ese viejo sabio que dice verdades como puños. Eso es lo que me motivaba, y esa es mi razón, lo que viene a continuación es mi sensación tras verlo, ahora que ya he podido dejar de aplaudir.

 Primero, un pequeño palo, que no tiene nada que ver con lo visto. La gestión de las entradas, compradas por internet,  y que a la hora de sacarlas un error te deja con la incertidumbre de saber si vas a poder entrar o no, sin poder respirar los momentos previos, que la ilusión por un momento, se torne en cara triste, en corazones rotos. Y es que no es de recibo que por parte de la empresa que lo gestiona, entradas.com, la cual te cobra un gran recargo a una entrada que no es barata (aunque lo que ves después compensa con creces el dinero pagado), para no saber si vas a poder entrar o no, porque tus entradas ya están impresas. En el teatro muy buena información, dentro de lo que ellos pueden hacer. Un punto negro antes des espectáculo.

Sentados, acomodados, ya en el aviso aparece sabina y en vez de una voz insípida, no te prohíben (porque está prohibido prohibir) apagar el móvil y ya estas metido en el mundo de la palabra bella, de las letras con sentido, de esas que Sabina escribiría.

Empieza la representación. Canciones que un fanático como yo se sabe, todas y cada una de ellas. Letras intercaladas que te llegan a lo más profundo y una historia que te presentan.

Dejando a un lado a Sabina, la obra en sí tiene fuerza ella sola. Intriga, suspense, amor, engaños e incluso hasta disparos. Una historia en el que no triunfan los buenos pero tampoco los malos, porque hablando de amor, quien se atreve a decidir los papeles. Una historia, que sin las canciones concuerda. Una historia que sería buena sin tener el mundo de Sabina.

Comienza, es un bar, está lleno de cenicientas de saldo y esquina, ambiente oscuro. Si tenéis una imagen de lo que sería el mundo de Sabina, es esa, entra alguien con un bombín. Suena la música, y acompaña. No se si en los musicales las canciones entran con calzador, si se fuerzan, en este caso, te las pide el cuerpo. Se plantea una situación y hay una canción acorde a lo que se cuenta. Se acaba la canción sigue la historia, vuelve otra canción.

Intentaré no meterme mucho en la historia, se sale del bar, y sigue habiendo mujeres y su devoción por ellas, en cada momento, en cada lugar, en cada esquina, se respira sabina. Vuelvo a repetirlo, si te imaginas a Don Joaquín y sus letras, los ves en ese ambiente.

En el apartado de las canciones, la elección es grandiosa. El pirata, la magdalena, a la orilla de la chimenea,  y sin embargo, contigo, incluso la graciosa adaptación y modernización de la chica almodóvar. El detalle del pacto entre caballeros y una gran selección bien colocada, con sus letras azules y todo.

La mezcla del final del primer acto, sencillamente espectacular. También, las canciones están bien cantadas, las letras de sabina son muy buenas, pero la voz de sabina, como calidad vocal, digamos que no es su fuerte. En ocasiones se mantiene el tono canalla, en otras ocasiones simplemente son cantadas de forma espectacular.

Se acaba y realmente, te quedas con ganas de más, y estamos hablando de 3 horas de función, en las que entras en un mundo oscuro que te atrapa y no quieres salir. Te emociona, en muchos momentos te saca la sonrisa, te mantiene en vilo, te calienta y hace sacar tus instintos más animales, y te hace ver, que los buenos no son tan buenos, que lo malos no llegan a tanto, y que por supuesto, las mujeres y la devoción por ellas están por encima de todas las cosas, sea cual sea su condición.

Personalmente, me quedo con la canción del pirata, el momento pacto entre caballeros, la cita de los puntos suspensivos y ser tan joven y tan viejo.

Si hay que poner un pero, que es un detalle para alcanzar la perfección absoluta, quizá se echa un poco de menos la relación de amor-odio de Sabina con la ciudad de Madrid.

En definitiva, recomendable, meterse tres horas en lo que sería la vida de sabina, disfrutar, reírse emocionarse y aplaudir.


Un placer, un lujo y un honor.

Dar las gracias a las personas que han hecho posible que lo viera y lo disfrutaron conmigo.

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