miércoles, 21 de noviembre de 2012

Ponerse medallas


Os voy a contar un cuento


-       Llegué

Exclama el primero de los niños a los cuatro vientos, henchido de orgullo y satisfacción, sabiéndose que es el mejor.

Nuestro niño llega bastante más tarde, unos cuantos puestos por detrás de lo que debería. No se para a mirar más, no quiere esa medalla, se marcha

-       Mira, mira he ganado, ¿no te vas a quedar a que me den la medalla?. ¿Qué pasa?, ¿tienes envidia?, ¿soy mejor que tu y no lo quieres admitir?. Hay que saber perder.

Se sigue marchando, prefiere no escuchar.

-       Claro, como no gana, no se queda. Y eso que va de justo y de que él siempre hace las cosas bien, que no le importa perder, que lo que vale es participar.


Se para, avanza lentamente hacia el niño que le habla.

-       Enhorabuena, disfruta de tu medalla.

Sigue con su camino.



Existe una carrera de obstáculos en el barrio que consiste en ir superando pruebas, hay varios caminos y, en cada uno de ellos, el primero que supera la prueba, deja libre el camino para que pasen el resto.

Ha habido un niño, el que mira desde lo más alto, que no ha superado ninguna de esas pruebas, simplemente ha esperado a que muchos otros resolvieran todos los problemas para salir corriendo mientras se abría el camino.

Ese niño hoy mira desde muy arriba al resto. Que lo disfrute.

El parque le pondrá en sus sitio, posiblemente se lleve a muchos en el camino, pero un día devolverá esa medalla.

Nadie lo verá como venganza, sólo eso que llaman justicia.

Mientras tanto, se puede seguir poniendo medallas. Nadie se ha quedado a ver cómo se la entregaban.

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