Claro que hay
sueño al llegar, como todos los días, eso está asumido, nadie me obliga a
alargar la noche en busca de los límites. Pensar en la siesta como remedio y
enfermedad. Cuatro horas nunca fueron suficientes.
Realmente el
título iba a ser: “Miércoles de hasta los cojones”, pero a lo mejor suena un
poco brusco y un poco radical y son sólo imaginaciones mías. Creo que mañana
sería capaz de comprobarlas pero mañana me la va a pelar absolutamente todo.
Tirar la hora de
rigor entre correo, gestiones sociales y tratar de entrar en el comunio.
Después a batir
records en lo que a temas repetitivos pero es que son muchos por hacer, yo no
tengo la culpa de que haya que hacerlo así y yo no tengo la culpa de hacerlo, y
mejor me callo y dejo de escribir.
Tirar de
calculadora para ajustar al céntimo el comunio y a comer.
Ya se tiene el
tercer madrugón, sólo queda uno y al fondo un objetivo que poco a poco se
acerca.
No, hoy no ha sido
Miércoles de montaditos.
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