jueves, 21 de junio de 2012

Pido Perdón



Voy a empezar pidiendo perdón para ir acorde con el título, para que a nadie le defraude, para que nadie se sienta engañado con este juntar de letras, para que nadie pueda echarme en cara que le he hecho perder el tiempo, para que aquellos que aumentáis el número de visitas de esta entrada y este blog consideréis que no son palabras vacías.

Pido perdón a todos esos anónimos lectores por no dirigir ningún contenido hacia ellos, por no escribir teniéndolos en mis pensamientos. Por seguir pensando que la parte buena que tiene esta tinta sobre el papel (estos caracteres sobre la pantalla) es el hecho en sí de mover el bolígrafo sobre el cuaderno (picar teclas) siendo totalmente indiferente cuantos de vosotros os asoméis a esta ventana.

Esto es así, así que pido perdón a todo aquel y aquella que se vea afectado, retratado, mencionado, ofendido, discriminado, representado, incomodado, obviado, atacado, ninguneado, aislado, incluido, ignorado, inmiscuido, persuadido, olvidado, reflejado, agredido, contestado, vanagloriado, insultado, definido, afectado, mentado, cuestionado, piropeado, descrito, ilusionado, protagonizado, mentido, ridiculizado o perdonado por este separar de huecos en blanco; porque yo nunca fui de leer y si de escribir, y hacerlo por y para mí. Y a eso me dedico.

Pido perdón por las ideas que iban a ir antes de estos párrafos porque ellas fueron los primeros motivos de rellenar el espacio en blanco. A todas y cada una de ellas, a las que formarán parte de las siguientes frases y a las que seguro se quedan en el tintero. Sin olvidarme de las que irán disfrazadas con otras letras y su entendimiento sea personal e inalcanzable por cabeza y ojos ajenos; y las que se despojan de la careta de la metáfora y aparezcan en plena esencia. Las pido perdón por utilizar la improvisación con ellas, sin tener en cuenta si eran buenas o mala, por dejar salir a las inmediatas sin tener en cuenta a las reposadas. Por perderlas en los sueños de la noche y no saber olvidarlas. Por olvidarlas cuando son buenas, por no tener sitio donde dejarlas reflejadas. Por pensarlas tarde.

Pido perdón a mi cuerpo por maltratarle. Por llenarle de vicios y dejarle escaso de placeres y alegrías. Por no darle las horas necesarias de descanso o ponerlas en la parte del día donde debería cuidarle. Por no escucharle ni atender a estos avisos, porque se que le duele, y es un dolor que duele mucho, que me asusta y no le deja dormir. Por dormir muy poco y por dormir en exceso, por todas esas copas de más y por todas las de menos. Por no practicar con él ese ejercicio que tanto bien le haría pero que tanto me aburre. Hablaría de mezclar mi cuerpo con el deporte, pero esto se trata de que yo pida perdón y no él.

Pido perdón al muchacho por dejar ganar al ingeniero. Por matar a su improvisación, por matar a su improvisación, por cercenar esas oportunidades que el tanto sabe buscar que yo tanto se perder. Por encender el ordenador y ya sólo utilizarlo para todas esas cosas que se pueden hacer con otro que no es necesario que sea tan bonito. Por tener miedo a su parte artística y dejar que olvide las ideas. Por llevar tanto tiempo sin escribir. Por decir que siempre el ingeniero ha sido el mejor y mentir al articular esas palabras. Por contarle alas todas esas veces que vuelve a resurgir contra todo sin tener más motivo . Por preguntarle cada vez que sonríe por el motivo y la causa y no aceptar la respuesta, exista o no.

Realmente no sería justo el inicio de este perdón, no sería pedir perdón por dejar ganar, lo justo sería presentar las disculpas por no permitirle salir a jugar. Por saber que si lo hace, si lo hace siempre fue el mejor. Pero ya no lo hace, desde hace tanto tiempo que no es que se haya olvidado, es que lo ha tomado como una de esas malas costumbres.

Por eso te pido perdón, para cuando te deje volver, toma las riendas, no escuches al ingeniero y si es necesario prepara el contrato, tú te encargas de 16 horas al día, las otras 8 son para él; tú no te metes, pero el tampoco.

Pido perdón a los no conformistas, quejicas y a los que quieren cambiar el mundo en su totalidad por no comprenderles, discutir con ellos y luchar por cotas más bajas pero más empinadas. Por levantarme antes de que el sol aparezca  y tener ilusión y creer que puede ser un buen día, aunque luego le pida explicaciones a la luna de no haberlo conseguido y mi almohada se coma la desilusión. Por no se hipócrita y quejarme de la clase política y la sociedad desde la hamaca de un chalet de la playa comprado con un sueldo desmesurado (no digo injusto aunque lo pienso) y que puede que sea recompensa de un trabajo que hasta sea placentero.

Por conformarme con poco porque se que es mucho. Por no ir a ninguna queja global y no indignarme porque alguien se tiene que encargar de los pequeños detalles. Por pensar que la solución no está en la sociedad en conjunto sino en cada uno de nosotros. Por no pelear en cotas tan elevadas en los días indicados y centrarme en el resto aunque sean menos importantes. En definitiva pido perdón por creer que el movimiento se demuestra andando todos lo días y no gritando uno y quejándose el resto. Por dejar de creer en Dios por creer en el hombre y ahora ser un descreído.

Pido perdón al sol por no reconocerle su mérito poniendo siempre por encima a la Luna (a la que seguro pediré perdón después). Por sólo acordarme de él cuando llevo tiempo sin verle y no culpar a las nubes, las estaciones o mis horarios. Por esconderme de él en las sombras, ese lugar que siempre ha sido mi sitio. Por no agradecerle todas esas fotos que llenan mis recuerdos. Por ni esperarle ni tenerle en cuenta para empezar o terminar los días. Por restarle mérito.

Pido perdón a la Luna (también tocaba) por la compañía de tantas noches. Por llamarla puta cuando no soy al único que hace caso y no tenerla en cuenta cuando soy yo el que se ha ido con otra. Por pedirla que sea mi musa y mi inspiración y considerarla culpable cuando no escribo. Por llamarla mentirosa cuando la miento contándola mi vida, por esconderse y marcharse con el Sol sin pedirme permiso aunque siempre me avise. A los dos, Luna y Sol, Sol y Luna por aprovechar vuestra luz y no teneros en cuenta.

Pido perdón por levantarme cada día con ilusión, por no perder las ganas de luchar. Por haber perdido el objetivo y haberlo convertido en el fin. Por creer que es posible aunque luego sea la almohada la que escucha  mis lamentos, la debería pedir perdón a ella por esperarme todas las noches, tener consejos robarle las fuerzas y estar encantada de que la comparta con otra. Por ser positivo y confiado, por esta tranquilidad pintada. Por poner todo lo que tengo en todas y cada una de las acciones que realizo a lo largo del día, de la semana, de la vida. Por hacer lo que puedo o lo que me dejan y hacerlo lo mejor que sé. Por no entender el significado de las palabras abandonar y rendirse. Por los imposibles que merecen ser logrados. A todos los muros que no he derribado porque lo haré. A todo eso que aún no he hecho porque llegado el momento ahí estaré dispuesto para la batalla.

Pido perdón por alegrarme de los éxitos deportivos y disfrutar de ellos. Por esas dos, cuatro, seis, ocho, diez o las horas que sean necesarias en la que me importa un bledo el resto de circunstancias que me rodean. Por cantar todos y cada uno de los goles, por celebrar cada una de las canastas, por la contundencia verbal que provocan las raquetas, por vibrar con las salidas y los adelantamientos, por quedarme sordo siendo fiel a quien me lo cuenta todo por como me lo cuenta y divertirme con ello. Por saber de la hipocresía que conllevan estos actos y aún así alegrarme, por que de alegrías no voy sobrado. Por gustarme los previos y querer compartirlos. Y sobre todo, pido perdón por hacerlo todo desde el sofá.

Pido perdón al pasado por olvidarlo y al futuro por no pensar en é. A lo mejor debería pedir perdón al presente por no enterarme de él y estar entretenido haciendo otras cosas. Pido perdón por improvisar, por venir a jugar; porque esta actitud consigue tantas increíbles cosas que muchas se me escapan. Pido perdón por no aprender y mantener mis costumbres por encima de todo, por ser un clásico de esos que consideran que sólo hay una única manera de hacer las cosas: bien. Y tratar por todos los medios de hacerlo.

Pido perdón por ajustar el sombrero, anudar la capa y empuñar la espada; y a las mujeres por ello. También os pido perdón por no trataros como objetos, por estar enamorado de vosotras, por seguir insistiendo contra viento y marea, por buscar esa sonrisa. Por considerar que no existe nada mejor en el mundo. Por las noches compartidas y las que se quedaron en el tintero. Por trataros como merecéis, por no tener lista de trofeos, por no tener la necesidad de hacer recuento para quedar por encima de nadie. Por el placer recibido y dado. Por los días en los que no soy capaz de estar a la altura de las circunstancias. Por las palabras de más y las de menos. Por abriros la puerta, dejaros pasar y por querer que os quedéis un ratito más. Por no importarme los pensamientos ajenos. Por hacer lo que debo aunque en ocasiones sea diferente a lo que quiero. Por las frases que no entiendo y las que entendí tarde. Por molestar y no impedir. Por valerme el hecho de respetaros. Por los calores que suben al miraros y admitirlo sin disimulos. Por no utilizar palabras regaladas para los regalos sentidos. Por no ser observador pero sí detallista. En definitiva, por no ser capaz de devolveros todo lo que me dais con un simple gesto con una pequeña palara, con una amplia sonrisa o con uno solo de esos besos.

Pido perdón por seguir peleando, por no saber decir que no. Por dejar que me líen o tratar de liar siempre al personal. Por tratar de hacer que sea bonito y divertido porque ya puestos es lo que más justo me parece. Por todo aquello que he solucionado sin que fuera culpa mía, por lo que no pude y por lo que no quise. Por los sueños que me dedique a cumplir sin dormir y no cumplí, por aquellos que se guardan en la cama y todos esos que al final supieron a poco.

Pido perdón por no tener memoria. Por acordarme de todo lo que no debo acordarme, por utilizar mi cabeza como excusa para evitar conflictos y que el corazón se vea afectado. Por no querer olvidar lo que debo.

Te pido perdón a ti, y a tí, claro que a ti también, por supuesto a ti que apareces en la lista, no me olvido de pedírtelo a ti y recuerdo que tu debes aparecer en las personas a las que decírselo.

Pido perdón por pedir perdón-

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