viernes, 13 de abril de 2012

Golosinas


Os voy a contar un cuento

Acaba nuestro niño de comprar una de esas bolsas de golosinas que en tiempos por veinte duros estaban llenas de grandes manjares y que ahora por un euro te venden y pagas sobre todo aire.

Pero ya la tiene en las manos. La aleatoriedad de estas cosas hace que existan chucherías que le gustan más, otras que le gustan menos, su favoritas y puede que exista alguna que aborrezca.

Si en el mundo de las golosinas, como en el resto de facetas del mundo que rodea a nuestro niño se puede hacer esa clasificación.

Ahora le asalta la duda. ¿Cómo se las come?

Empieza por las que le gustan, las que está deseando. Observa detenidamente y hace una mezcla de sabores para ir degustando dulce y amargo, así para compensar. Ofrece las que no le gustan tapando las que si, para así quedar bien y además no perder sus manjares. Deja las buenas para el final, corriendo el riesgo de que aparezca alguien que le pida, y a quien no sea capaz de negárselo; o simplemente alguien que no entienda la negativa y se quede con ella por métodos ante los cuales nuestro niño no es capaz aun de defenderse.

¿Con que sabor se queda en la boca?. ¿Las comparte con alguien?.¿Se come todas ahora, o deja alguna para luego?.

Cuantas dudas le pueden llegar a asaltar. El sólo había comprado la bolsa de golosinas en un arrebato infantil, de puro deseo, de puro placer.

Habrá algunas que quiere, otras que realmente desee, disfrutará de unas pocas, buscará tener muchas y puede que llore por alguna.

Pero que cojones (últimamente se me están subiendo las fuertes palabras al vocabulario), que se coma ya de una vez las golosinas.

Es sólo un niño, que las disfrute, no le pongamos aun con las dudas, los miedos y las indecisiones de los mayores.

Ya crecerá y añorará comerse esas golosinas, incluso, las que no le gustan.

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