martes, 1 de agosto de 2017

La fiesta de disfraces

Os voy a contar un cuento

Se puede buscar el ejemplo que se quiera: el miedo de Hallowen, la tradición navideña o patronal, la frivolidad de un carnaval.

A nuestro niño siempre le ha gustado más improvisar, el hacer algo excepcional en los días cotidianos, no seguir la corriente en los días que hay que hacer algo porque todo el mundo lo hace. Esa mercadotecnia no la entiende y cree que no la entenderá jamás.

No quiere decir que la improvisación sea sólo un segundo, también lleva su trabajo, no sale al instante. Hay que estar preparado para capturar la fugacidad de una idea y planificarla debidamente, a lo que se refiere es que da igual que sea un miércoles, es más, prefiere que sea un lunes tonto que un viernes predicho. Pero eso es otro cuento.

Se planta su disfraz, se pone su careta y se dispone a que le lleven (porque él no va) a la fiesta de disfraces organizada por alguien con algún fin. No ha habido invitaciones personales, sólo un cartel de ven a mi fiesta. Cantidad contra calidad, bonito debate que ahora no nos ocupa.

Ya crecerá lo suficiente para decidir no ir, sobre todo si no va a ser divertido, para que no le importe que luego durante mucho tiempo sólo se hable de la fiesta. Pero ahí está, con su disfraz. Viendo como el resto del mundo se divierte o por lo menos lo aparenta, difícil distinción.

Pero advierte una situación extraña, hay disfraces de por medio, pero reconoce todo lo que tenía que reconocer, para bien o para mal se entera de todo.

Quizá el problema está en hacerlo sin darse cuenta. Nuestro niño se ha equivocado de temática porque en algún momento cambió y él quizá esperaba, sabiéndolo ya o no, eso nunca lo sabremos, que alguien oficialmente le avisara.

Pero es lo bueno de los disfraces y las caretas, que tapan. Y además, es plenamente consciente de que nadie tendrá tanto interés como para prestar atención a los sentimientos de los ojos, esos que nunca mienten, que está debajo de la careta.

Los días siguientes habrá qué tales con síes como respuesta.

La fiesta terminó, pero sólo nuestro niño sabe si se quitó o no la careta.


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