martes, 9 de mayo de 2017

El columpio I

Os voy a contar un cuento

Lleva nuestro niño mucho tiempo paseando por el parque en el cual, por si no lo recordamos, existe todo aquello que necesita un niño para divertirse y entre ellos, como no podía ser de otra manera y como creo recordar que ya se ha escrito (incluso duplicado el título), un columpio.

Ese elemento que, con unas barras, unas cadenas y unas tablas, apoyado en un pequeño empujón ajeno o tras un impulso propio, te hace volar.

Realmente, nuestro niño lo ve bien; siempre querrá verlo mejor. Aún es joven y muy pequeño. Sigue creyendo que todo puede mejorar, es más, que él sin duda lo conseguiría mejorar. Aunque se ve que está bien anclado, las cuerdas apenas tienen hebras y las tablas no tienen ninguna astilla.

Aparentemente; todo el mundo lo ve bien.

Nuestro niño va a jugar; cómo no va a jugar si es un niño. Ya se le olvidará, pero que disfrute por el momento. Pide su turno, espera pacientemente; entiende que hay unas normas, unos compromisos y que él no se los va a saltar. Quizás debería, pero si así lo hiciera, sería como el resto de los niños. Y, aunque eso seguro que le reportaría momentos muy felices, no serían atendiendo a la verdad. Y si no es cierto, no vale. Cosas de niños.

Se sube, unas veces saca sus fuerzas para impulsarse cuando sus malditos horarios no le permiten más compañía, y otras es esa compañía quien lo alienta. Pero eso es otro cuento.

Disfruta, le gusta, tiene ganas de otro turno y otro turno más. Cree, como niño inconsciente que es, que podría pasarse la vida entera así. Está disfrutando ese instante y no le importa nada más; no sabe nada del que dirán.

Se acaba el día, pero seguro que al siguiente día volverá a bajar al parque y volverá a disfrutar. Y eso, pese a que en el fondo sabe que no es real, le vale. Sigue siendo un niño. Ya tendrá tiempo para preocuparse cuando el columpio no esté.



No hay comentarios:

Publicar un comentario