Ayer ganamos la Liga. El Sábado se viene la Champions con
circunstancias curiosas. Lo normal de la tarde de ayer hubieran sido los
nervios y la emoción ante un título en juego. Todo el día de blanco y viendo
pasar las horas. No fustigarse con el baloncesto que tanto daño hizo y no darse
un pase sin importarte ver que eran las 19:45 y aún estabas lejos. Un par de
costumbres para que nadie se preocupe y no haya más preguntas de la cuenta y a
ver el partido entre paseos y rompiendo el gafe.
Tendría que tirar de memoria, esa que digo que es tan mala
exceptuando cuando le preguntas por un gol o un partido, entonces será capaz de
delimitar la fecha por lugar y gente con quien estaba viéndolo por la
experiencia de ese día. Porque, al fin y al cabo, cada partido es justo eso,
una experiencia que vivir y contar. Aunque salga una mala crónica, pero
siempre, y hace mucho tiempo que no pasa, fuera donde fuere, acababa con una
llamada.
La temporada pasada no estaba digerido, me acompañaste en la
noche europea y toda su celebración, pero ya quedaba muy poca rutina para saber
lo que podía pasar y no había pasado el tiempo suficiente para asimilarlo.
Esta me está costando y mucho. Ya no hay no puedo que hay
partido (la vuelta de champions de semis lo sabe perfectamente). No he peleado
contra mis párpados en los infames horarios, ni he forzado un bar para asomarme
a ver como van. No he gastado ningún dato en busca de un resultado ni tampoco me
he enfadado si la tecnología no funciona.
Mira que esta temporada ha tenido muchos minutos 93, de esos
de soltar un grito, pero que ya se había pasado en el 95. No todo está perdido,
hay una prorroga contra los alemanes y una ida contra los indios. Que si han
sido recuerdos del pasado que al menos han servido para una noche.
Me alegran las victorias, eso nunca lo niego, trato de coger
con ilusión lo poco que veo. Poner esa alineación y la radio virtual son un
intento de compartirlo. Siempre confío en la victoria, de lo contrario, no lo
vería e incluso me sale alguna arenga. Pero por dentro ya no me sale, quizá me
he hecho mayor y no me gusta el fútbol. Quizá todo se rompió cuando te fuiste
después de un intrascendente partido contra el Granada 1-2 en su casa allá por
un mes de Febrero.
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