Os voy a contar un cuento
Pasa un día. Mira por la ventana. No baja al parque, sigue
castigado. No le importa.
Otro par de días más sin ir al parque, el mal comportamiento
tiene sus consecuencias. Mira por la ventana y se fija, absorto, cuando sale de
su casa para cualquiera de las rutinas diarias que ocupan las horas que no son
de diversión. En su mente, el recuerdo. Si fuera uno de esos niños modernos
tendría miles de fotos que poder mirar, que echar de menos. Pero siempre
prefirió disfrutar de sus momentos sin ningún aparato ni filtro de por medio; y
qué coño, que es un niño, ya tendrá tiempo para perderlo con tanta tecnología.
De momento, su memoria le funciona.
Le levantan el castigo
-
¿Quieres bajar al parque?
-
Bueno, vamos.
Quizás piensa que jugando se le olvidaría. Quién sabe, jugar
siempre ha sido jugar, está en su parque; hay muchos más niños.
Se sube a casa un poco antes de lo habitual, ya habrá más
días en los que se pueda cerrar, incluso hasta le apetezca, pero no, hoy no era
ese día.
Había que jugar y ha jugado. Tenía que volver al parque y ha
vuelto.
Correr. Saltar. Chutar. Golpear. Gritar. Merendar. Sonreír.
Deslizar. Girar. Tirar. Chocar. Pillar. Beber. Hablar. Callar.
Al marcharse ni se ha girado. No ha mirado por la ventana.
Ya está en casa, espera la cena. Hoy no pondría pegas por irse a dormir pronto.
Quizás sueñe, pero hoy de qué sirve soñar sin un sueño.
Mañana, igual, quizás, baje a jugar otro rato.
Quizás cuente los días, quién sabe, igual mira el
calendario.
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