martes, 23 de mayo de 2017

El columpio III

Os voy a contar un cuento

Día extraño, día largo. Nuestro niño no ha tenido que vivir nada especialmente raro en el día, pero quizás saber que hoy no va a volar, le empuja un poco hacia atrás en sus ganas e ilusiones.

Se le pasará, volará una mosca, se volverá a ilusionar.

En un rato estará en su parque. ¿Qué más puede pedir?

Ruido, mucho ruido escucha antes de ver su parque, y no son los sonidos habituales. No hay gritos de niños, no suenan los pelotazos contra las paredes, ni el cuchicheo de los mayores que cuando se juntan son incluso peores que los niños. Ni tan siquiera una fiesta a la que nadie le hubiera invitado. Hubiera preferido todo eso, sin duda.

Golpes, hierro crujiendo. Una especie de aspirador con una cuchilla (con el tiempo, cuando se haga mayor, sabrá que se llama radial). Se está asustando mucho. Empieza a correr.

El ruido es tan ensordecedor en su cabeza que no hace caso a los mayores que le gritan a sus espaldas. Sabe de sobra que no lo ha hecho bien. Se lo han repetido mil veces. No salgas corriendo despavorido. Igual alguien se acuerda de esa experiencia. Pero eso fue otro cuento.

Ya ve el parque y, de repente, se queda petrificado. No, no le ha llegado la sensatez ni ha escuchado ninguna de esas voces. Un grupo de hombres sin escrúpulos están golpeando con sus armas al columpio. Destrozando las cuerdas, doblando los tubos, desgarrándolos del sueño. Esa es su imagen. Unos monstruos rompen su columpio y nadie dice ni hace nada. Sus sueños e ilusiones se están destrozando. A pesar de ser un niño, es incapaz de llorar.

No lo entiende. Nadie hace nada. A nadie le importa que lo rompan. A nadie le importa que cada golpe le esté doliendo en el alma. ¿Por qué nadie hace nada?

Hoy no sigue en el parque, se va directamente castigado a casa. Como es normal, ha salido corriendo, da igual que esté roto por dentro, que no tenga ganas de nada, el castigo es el menor de sus castigos.

Mientras, los monstruos van colocando poco a poco en un camión, con sumo cuidado, todas las piezas, bien envueltas. Seguras. Todo es tan diferente a los ojos de un niño que se ha quedado castigado.


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