miércoles, 17 de mayo de 2017

El columpio II

Os voy a contar un cuento

Otro día más, otra espera más para que llegue la tarde para nuestro niño. Ese momento que después de un día largo, aburrido, monótono, siempre le compensa. Aunque le suponga perderse otras cosas, aunque suponga ir más rápido. También aparecerá alguna bronca y, quizá, algún castigo. Pero es un niño, le gusta su parque, quiere subirse en su columpio.

Baja, corriendo, que es tarde. Juega, se divierte, es un niño. Con el pasar de la tarde, cuando llega a su final, empiezan las extrañas sensaciones. Aparentemente todo está bien, no chirría, no suena nada raro, pero es extraño.

-       “¿Te has enterado?”. Escucha.

Evidentemente, como siempre, nuestro niño no sabe de lo que se está hablando.

-       “ Se van a llevar unos días el columpio. Dicen que está todo bien, que es mera rutina de estos tiempos. No hay nada de qué preocuparse. Unos días nada más y todo volverá a ser igual”.

Cómo no va a creérselo nuestro niño, al fin y al cabo él no lo decide, ni entiende de estas cosas. Peros sus sensaciones, esas de las que siempre se ha fiado aunque no debiera, no dicen lo mismo.

Pero tampoco lo va a pensar mucho más. Le toca su turno. Se sube al columpio; coge impulso, comienza a volar. Nada más le importa en ese momento. Bendita juventud.

Sigue volando y volando. A estas edades las situaciones son tan sencillas, cualquiera puede ser la mejor experiencia y se acaba de bajar de su columpio.

Ya se va para casa. No se percata de nada. Ni tan siquiera se gira para mirar. No se preocupa, confía en que serán sólo unos días más.

Al llegar a casa mira por la ventana, quiere disfrutar de esa última vista, hay más niños y quizás a él no le corresponde, pero también quiere tener su momento de reconocimiento.

Mañana será otro día y algo encontrará para entretenerse en ese pequeño espacio del tiempo.

Volverá a volar. Eso no lo quiere olvidar.



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