Esto de hoy va a quedar largo (como los tiempos de espera),
me voy a saltar la costumbre de una sola cara que hay mucho que contar, nada que resumir y parece
que el tiempo suficiente para hacerlo.
Es una despedida acorde a las circunstancias, para que no
olvide este último paseo, para que vea todos y cada uno de los minutos e
imprevistos que hay que superar y que he podido superar en estos largos viajes
de los últimos 8 meses, que se dicen rápido.
Ida:
Suena el
despertador a las 06:30, otra corta noche combinada con el calor, la tos y los
malos (o buenos según se quiera mirar) pensamientos. Ese insomnio es lo que
tiene, pero bueno, eso al ingeniero nunca le ha incumbido, le dan igual todas
las cosas que le pasen por la cabeza al chaval, todos sus errores. El no pierde
el tiempo ni las oportunidades que ese tiempo le brinda, así que no va a
entender que no se duerma por esto. Suena a las 06:30 decía, aunque realmente
el cuerpo no es capaz de levantarse hasta las 06:50.
En estos
casos toca ir un poco más rápido, y poco a poco te das cuenta de que a lo mejor
no era la mejor opción, pero si el cuerpo no puede tirar, pues que poco se
puede hacer. Preparado el tupper con los ojos por abrir, ducha para despejarse,
disfraz de ingeniero y a por el día. Me espera ese último trayecto de ida.
Metro sin más sobresaltos que la
sensación de que está yendo más lento de la habitual. Para evitar los
problemas, y más o menos con la experiencia del tiempo calculado, el móvil
tiene dos alarmas. 15 y 45 minutos para cada trayecto, por si el cuerpo quiere
dormir un poco más y para evitar dar vueltas y más vueltas.
Normalmente el primero de ellos
suena en el espacio entre Arroyo Culebro y Conservatorio, lo que ya anuncia la
cercanía de Getafe Central. Hoy al sonar, no había abandonado el territorio de
Fuenlabrada central. Premonición, quien sabe.
Subir el tramo de escaleras y ese
cartel dice que quedan 4 minutos para el tren de Atocha-Chamartín-Alcobendas/San
Sebastián de los reyes. Como siempre, al
final (o principio según se mire) del tren. Con un objetivo claro, sentarse,
que toca camino muy largo, hace bastante calor y hay por ahí una mala
experiencia que junta el estar de pie, con el calor y con las noches cortas.
Mucha gente, demasiada, quizá es
la consecuencia de esos 20 minutos, quien sabe. Buscar algo parecido a un
asiento en el fuelle entre vagones. Un rato es cómodo, pero las piernas
comienzan a quejarse. Y mejor estar ojo avizor que Atocha se acerca y puede que
alguien se levante dejando un sitio libre.
Y así pasa, mochila y tupper a la
bandeja. Porque hoy tocaba dar el paseo con los trastos encima, consecuencia de
los nervios de los domingos tan habituales. Y a esperar un rato tranquilo hasta
llegar a Valdelasfuentes.
Ese rato empieza a incrementarse
cuando en Sol el tren está más tiempo parado de la cuenta. La verdad es que iba
con la suficiente empanada encima como para haberme dado cuenta de alguna
alarma o frenazo brusco. Que igual es que no se ha dado el caso, pero sea o no
sea así, yo no me he enterado.
Pero ya llevamos un rato parado.
Megafonía: “El tren en vía (aquí decían un número que no se cual es) esta
parado por atención a un viajero enfermo”. Para posteriormente indicar que para
ir a Chamartín “se recomienda coger el tren de regreso a Atocha e ir por el
túnel de recoletos”.
En Sol, además, y aunque parezca
el sitio menos indicado para que pase, la cobertura es escasa, por lo que no
puedes ver el mundo social para enterarte de lo que pasa, aunque de vez en
cuando salen los mensajes y puedes informarte. Aunque más o menos te dicen lo
mismo. Y así siguen pasando los minutos hasta los 45 que hemos estado parados.
Enfadado, si. Pero con todo lo
que me rodeaba. Quizá es por la mala experiencia que alguno de vosotros sabéis
que me pasó allá por el mes de Noviembre. Puedo ser un poco susceptible. Pero
comentarios del tipo “que lo bajen del tren que voy a llegar tarde”, “¿dónde va
el conductor hacia atrás en vez de arrancar?”, “vaya preparación que nos tienen
aquí más de media hora y llego tarde”. Y
todo del mismo palo, y me preocupa, me enfada. Cuantos minutos de tiempo de
nuestra vida, de retraso, de llegar tarde a un sitio, valen la vida de una
persona.
No sé que
ha pasado, ni como ha sido, ni si era grave. Pero era una persona enferma
siendo atendida en un vagón del tren que es transporte publico, y yo, quizá por
haber sido protagonista de una de esas y sentirme perfectamente tratado (y ojo,
culpable por joder a tanta gente tan temprano) creo que ante ese tipo de
emergencia, no hay retrasos que valgan. Y en eso, el tren, y cercanías, en lo
que a mi respecta, se comporta con toda la coherencia del mundo.
A todos nos
gusta ir en tiempos y que no nos retrasemos, y más aún por causas ajenas, pero…
volvemos a lo mismo, es publico. Yo hoy he salido tarde de casa, y si llego
tarde es culpa mía. Cuantos habremos llegado tarde por nuestra propia culpa y
no ha pasado nada, y si ha habido bronca es con razón. Pero en estos casos….
Les tiramos por la ventana y seguimos o que?. En fin, que me enciendo, vamos a
ir saliendo de SOL y reemprendiendo viaje, sin más sobresaltos, hasta
Valdelasfuentes.
Hoy no
soplaba ni tan siquiera el aire en la puerta de la estación donde todos los
días lo fabrican. La verdad es que debería haber ido muy deprisa, pero en el
fondo quería disfrutar del último paseo. Es un agradable ambiente, pero está
tan lejos. Llegar a la oficina y lo que ahí acontece se deja para otro asunto.
Serán como las 10:00 y el ingeniero tiene que trabajar.
Vuelta:
Aunque si
habéis llegado hasta aquí sabéis que he llegado algo tarde y si habéis leído
esa otra parte (o leeréis un en un rato) , ha sido un día entrañable y
suavecito, hoy he salido un rato antes.
Mi idea era
salir más cargado de lo que he salido porque las mudanzas es lo que tienen, por
eso era hoy el último paseo. Pero efectivamente, he salido un rato antes. No
echemos cuentas de horas porque sumar y restar en estos casos no es una buena
idea.
Sobre las
17:45 recoger, última visita al baño que aún no han empezado a limpiarlo y al
viaje de vuelta.
Primero ese
ratito de acercamiento en coche que tan bien viene cuando hace tanto calor y
también cuando no lo hace. Llegar en tiempos que no son tan habituales, en
torno a las 18:00. Piensas, pues oye, que bien, en hora y media más que menos
llegas a casa, y a darse un bañito, que apetece.
Megafonía
otra vez: “por avería en las instalaciones ya subsanada, se están produciendo
fuertes demoras en el servicio”. Fuertes demoras significa que el tren que
según la megafonía iba a pasar a las 18:35 ha pasado a las 18:45. Muy rica la
espera en la estación el día que más pronto sales del trabajo.
No es que
no haya sitio para sentarse, al principio del tren (o el final como se quiera
ver) ningún sitio para sentarse, ni casi para respirar.
Y
emprendemos viaje, no puedo ponerme a escribir en vivo en directo porque no hay
mucho espacio y además, escribir de pie es un poco complicado.
Buscando y
jugando, y con la impresión de que ha han debido reforzar los trenes puesto que
se baja más gente de la que se sube, encuentras tu sitio, al fondo. Momento de
relax con una conversación más que interesante de esas en las que seguro que se
arregla el mundo y que la verdad es que viene bien que el tren vaya bastante
lento.
Pero claro,
cuando la megafonía te dice, este tren termina su recorrido en las estación de
Villaverde Alto, viajeros con destino Parla hagan transbordo en la vía 2.
Por las
carcajadas se nota que alguno que otro llevamos el día divertido desde por la
mañana y que por tanto, ya es mejor reírse que enfadarse o cualquier otra cosa.
El humor es la mejor solución, porque con cabreo o sin el, ya vas a llegar
tarde, así que mejor con una sonrisa.
Y así acaba
el último día de viaje a Valdelasfuentes.
Ha sido cuanto menos, un día curioso y divertido, como deben
ser los últimos días. Habrá momentos que hasta lo eche de menos. Me lo he
pasado muy bien en esta línea, han sido bonitos los encuentros, los desvíos
provocados por los mil y un incidentes que sufre esta línea. Los saludos y las
conversaciones. Los sustos, siestas y cansancios. No voy a dejar el transporte
de lado, siempre habrá alguna excusa para volver a coger el tren en esa
dirección, una mala reunión, un viernes de cañas que pinta a que se va a
alargar.
Las cosas de la oficina, que es tan divertida, que estaba
tan lejos.
Tocan unos días de descanso y acomodo, y luego ya volveremos
a la batalla, porque tanto el ingeniero como yo, queremos seguir disfrutando de
cada trayecto, de cada viaje, porque las experiencias que vivimos son las que
luego llenan estas letras.
Valdelasfuentes, Alcobendas, ha sido un placer, un lujo y un
honor.
Disculpen las molestias.
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