Pongo ya el
título porque se que va a ser así.
Buen ejemplo me
ha dado hoy el metro nada más empezar el día. Llegar a la estación y el mío se
está yendo, no hay carrera que haga que lo coja, ya se está marchando.
Los horarios han
estado bien; paso a paso desde que ha sonado el despertador haciendo todo lo
necesario en el tiempo adecuado. Si acaso una ligera pérdida al tener que coger
la tarjeta, falta de costumbre de estos dos días, pero aún así, no tiempo
significante (o eso creo).
6 minutos de
espera, andén vacío; en el otro llega el metro. Algunos corren y suben, había
mucha más gente, incluso seguro que alguno habría hecho esperar para que todos
entraran.
Siguen siendo 6
minutos, no avanzan, como el caminar de un lado a otro del andén, no hace
camino.
El andén de
enfrente se vuelve a ir llenando, a lo mejor no muchos pero sí algunos y más
que el único habitante del mío: YO.
4 minutos y sigue
sin avanzar. Llegamos a 3 y vuelve a llegar el metro del otro lado; la
relatividad del tiempo; se suben y siguen su camino.
Sigue la espera y
yo al bajar, antes de ver que perdía el metro pensando que hoy no iba a
escribir previo.
Como creo que la
continuación del día me va a quedar también un poco larga, antes de que se me
olvide empezaré descojonándome un poco, así a lo irónico, disimulado y sobre
todo, educado, no se vaya a notar.
Corre que parece
que llueve.
Se viene viniendo
el metro y podemos ir al principio del día.
Esas primeras
horas que pasan entre escasos hojas de prensa y firme conocimiento de que el
día, se diga lo que se diga, va a ser
largo; por definición e imperativo categórico. Y punto.
Pasadas las dos
horas de rigor, sigue siendo escasa la actividad, estos días de “resaca” son
diferentes. Hay quejas sin motivo, por el hecho en sí de quejarse por no
extender la queja.
Ir cerrando
alguna gestión de esas que implican a buena gente con grandes conceptos que
mostrar.
E ir yendo a por
el desayuno ya que ni yo puedo ir ni me lo pueden traer, cuestión de envidias.
Con el estomago
lleno (mentira) y la moral intacta (si que estoy mentiroso) por creer ser capaz
de mantener mi palabra hacia mi mismo; vamos mirando la zona Norte.
Curiosamente se
pone a llover como en esas zonas, oscuro cielo, aguacero. Ya podría venirse la
playa de los estudios de las islas.
Voy llegando a
Malasaña y aún me queda alguna cosa que poner. Arrepentimientos y más mentiras
seguro.
Ahora sigo, si no
llego calado.
Seguimos a
máquina, dejando el boli y el papel para otro momento. Evolución tecnológica. Y
da la casualidad que yo saliendo con el paraguas en la mano, y lo que me hace
falta es ponerme las gafas de sol. Cuestión de ironías.
Estábamos
estudiando el Norte, y tras dar alguna vuelta hay que buscar ayuda. De ese tipo
de ayudas que me había prometido no tomar, vamos, que ha tocado tirar de
coca-cola. Lo siento cuerpo, pero tu no me dejas dormir por la noche, pues yo
trato de buscar las maneras de que no lo hagas por el día, porque mayormente,
no procede.
Pero hay que
darse el paseo. Y parece que después toca mirar alguna cosa, se está terminando
la mañana y que mejor manera de terminar que terminando el mandado.
Porque al fin y
al cabo, para eso está el ingeniero, que el siempre ha sido el mejor. Hoy no se
ha dormido, así que lo ha debido hacer bien.
Parece que
llueve, parece que moja, pero bueno, así es una buena manera de terminar el día.
Ahora ponte
guapa, espectacular como siempre, para
seguir consiguiendo esa sonrisa cada vez que te veo. Diosa, ponte guapa que
está tarde te presentamos los respetos oportunos. Con el tiempo lo celebraremos
más y mejor, lo disfrutaremos, incluso sonreiremos. Todo sea por verte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario