jueves, 10 de mayo de 2012

Radiografías


Vivimos instaurados en la cultura del ¿quién lo dice?, y no el ¿qué dice?; si no es de los míos no me vale; si la verdad me perjudica, diré que es mentira  y quien lo dice es un mentiroso; de escurrir el bulto; de eso no puede hacerlo otro; de centremos nuestros esfuerzos en los errores del resto; si es mejor que yo, le critico por algo, en vez de intentar igualarlo; del sólo vale si te la has follado; del aislemos y riámonos del que no nos sigue el juego; del me aburro en el trabajo; del hablo mucho pero digo poco; del mi opinión no cuenta si contradice a otros; de la risa colectiva; del está mal, está mal, está mal, ¿y tú solución?, está mal, está mal, está mal; del me quejo si se quejan junto a mi otros; del todo vale si es por mi beneficio; de las personas que dicen ser humanos; de las máquinas con sentimientos;  del opio; del único error como fracaso frente al cúmulo del resto; de los nombres equivocados; de los descuidos olvidados; del no me he dado cuenta; del cariño regalado; del ¿cómo que no tienes tiempo?; del no hacer nada para tener todo; de las que no creen en los caballeros; de las promesas por cumplir; de las noches largas y las mañanas escasas; del ¿de qué se habla?, que me opongo; del si tienes voz, que sea como la mía, sino me da igual tu voto.

Una sociedad tan crítica que ha perdido la noción de que está formada por todos y cada uno de nosotros, y ha ampliado el rango a un todo y quizá está apuntando muy alto.

Una pelea, que ni se gana ni se pierde; porque realmente no estamos enfrentados, sólo tenemos opiniones diferentes.

Y el resto, es perder el tiempo.

He dicho

(voy cogiendo el paraguas )

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