Madrugar, esa
actividad que tengo tan abandonada. Volver a esa sensación de no saber si has
dormido o no; no saber cuantas horas han sido, pero si saber que son pocas. Aún
así, sentirse fuerte, por el momento que luego hay suficiente mañana.
Desayuno relajante,
si lo mejor, pero ojo, que estaba tremendamente bueno.
Y a seguir
haciendo cosas, de paseo por las islas. Las cosas se van acabando.
Comenzar
gestiones de otros lugares y otros ambientes, algo así como más vacacional.
Mollete, ese
desayuno que tampoco recordaba. Ya a la vuelta a pegarse con esas fórmulas y
esos casos que son “Raro” y “otro raro”. Cuanto bien han hecho los torneos y a
lo mejor esas clases de programación.
Y ya va tocando
cerrar el día, en e que se ven buenas noticias, de esas que alegran.
Ahora albóndigas,
espero que fresas, seguro Sandía. Cambiar la siesta por el pro y para el
palacio.
BALONCESTO
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