sábado, 19 de mayo de 2012

Solo


 Os voy a contar un cuento

-       “Solo, estoy solo, pasa”.

La pelota no llega, toca correr para atrás y mucho, muchísimo.

Y ya van demasiadas veces, el cuerpo empieza a estar cansado, la mente nublada.

Recuperación, carrera con ilusión.

-       “Solo, estoy solo, pasa”.

-       “GOOOOOOOOOOOLLLLLLL”.


Esa es la secuencia que se escucha en el patio.

Mejor dicho, no mintamos, la primera frase parece ser que sólo la ha escuchado nuestro niño, es él quien la estaba diciendo.

Es el final del partido, la clase de nuestro niño acaba de ganar la liga interna, esa competición cuyo orgullo o decepción acompaña a todas las clases a lo largo de los años.

Lo más parecido a los sueños que tienen todos los niños en esa edad en la que sólo importa jugar.

Pero eso, nuestro niño está reventado. Su cuerpo no da para más, muchas carreras encima y, dentro, muchos balones recuperados, trabajo sucio pero tremendamente necesario.

En las sombras.

Pero esa última carrera, era la buena.

El balón por el otro lado, todos los compañeros marcados. El que tiene el balón, con dos contrarios encima. La mejor solución para el equipo, pasar el balón.

Pero que palabra tan compleja y difícil de entender esa de "equipo".

El niño que tiene el balón se va con un rebote de uno de sus contrincantes y tira a puerta, un defensa se cruza, le rebota y la pelota engaña al portero, entrando llorando.

Gol, final del partido.

Y nuestro niño, solo. Con tantas carreras en el cuerpo. Casi mejor que no le hubieran pasado ese balón, seguro que la habría cagado. Su cuerpo con muchas carreras, su cabeza sin ser capaz de dar las órdenes.
Seguro que no habría sido capaz de controlar el balón, habría perdido la pelota. Al pegar a puerta, se habría cruzado un defensa para tapar tiro, o hubiera parado el portero la bola.

Quién sabe, a lo mejor entraba la pelota entre los tres palos.

Pero no, los focos no son para nuestro niño, él es de sala de máquinas, de los que corren durante todo el partido y, para cuando hay que ir a por las medallas, está demasiado lejos y demasiado cansado.

No lo escucha o no lo avisa, se va a los vestuarios, esa ducha que es su único regalo.

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