viernes, 18 de mayo de 2012

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Os voy a contar un cuento

Está nuestro niño en una de esas tardes que el televisor cubre todas y cada una de las horas. A su lado, con él, en el otro sofá, su sabio abuelo.

Ese al que tanto quiere. Ese del que tanto aprende.

La impaciencia de nuestro niño hace que sea imposible ver un solo canal, va volando de uno a otro, sin atender mucho a lo que ve, pero tampoco entendiéndolo del todo.

Deja de un lado los canales que se dedican a los gritos, aún no tiene edad para eso.

En el primero que se para hay una carrera de bicis (casualmente deporte diréis, me parecen buenos ejemplos para el cuento).

Una de esas carreras extenuantes. Llevan corriendo desde mucho antes de que nuestro niño se levantara y su abuelo ya está empezando a dormir la siesta.

Muchas horas llevan, con eso estábamos. Se acaba la carrera y los ciclistas, en vez de bajarse de la bicicleta, siguen pedaleando mientras se acaba la retransmisión.

¿No estarán ya cansados?, se pregunta mientras su abuelo se hace el dormido observándolo.

Cambia de canal. Hay boxeo.

Quizá demasiado violento para su edad, noble deporte. Son sólo puñetazos.

Lo que ahora no entiende es que después de un buen rato a mamporro limpio, uno cae a la lona. El vencedor tiene cara de preocupado, mientras que el vencido, en el suelo, sigue soltando golpes. Cosas del inconsciente.

Todo termina con una película que con el tiempo saboreará profundamente, pero ahora se queda sólo con un detalle.

El personaje corriendo, durante mucho tiempo. Alguien se acerca y le pregunta, "¿por qué corres?". "No lo sé simplemente corro". Hasta que llega un momento que para y dice "estoy cansado de correr".

Demasiada información para una mente tan joven. Su abuelo toma el mando.

-                   “Nieto, lo que has visto es gente que muchos dirán que han perdido el Norte, que han perdido el objetivo. Puede que sea así, y por una parte es cierto. Siguen haciendo lo que llevan tanto tiempo haciendo, a pesar de que se termina la competición, porque están acostumbrados a no ganar y han perdido esa necesidad, simplemente, se han acostumbrado a pelear.
No es algo que lleve una gran recompensa pero, cuando se te olvida el objetivo, puedes poner el medio para conseguirlo como el fin”.

-                   “Abuelo, no lo entiendo. ¿Y el que se ha cansado?”.


-                   "Es un ejercicio muy cansado. No te preocupes, eres joven y seguro que no te hace falta entenderlo en tu vida, no caerás en ello, tendrás siempre un objetivo".

Su abuelo tiene siempre sabias palabras, aunque ni si quiera él acierta siempre.

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