Os voy a contar un cuento
Hoy ha venido una
profesora nueva a clase. No se va a quedar durante mucho tiempo, de hecho, ni
va a estar toda la hora. Única y exclusivamente ha venido para poner deberes a
los niños.
Pero esta vez,
unos deberes diferentes a los que, la rutina de los niños y la falta de
imaginación, acostumbran a la clase de nuestro niño.
- “Es un ejercicio de
creatividad”.
Suena
bien, creatividad, buena palabra, o eso parece significar por la reacción
de todos los que han escuchado. A unos les pasará desde un oído hasta el otro,
simplemente lo habrán oído. Otros cumplirán expediente. Otros se esforzarán y
algunos otros no tendrán nada que hacer, por talento o buena posición.
- “Queremos que nos escribáis un
folio, sólo un folio, con una historia”.
Sigue sonando
bien. Más aún para los que tienen la costumbre de escribir y como amigos el
lápiz y el papel.
Eso que llaman
ilusión por hacer algo empieza a brotar en nuestro niño. Siempre hace los
deberes lo mejor que sabe, a lo que su cabeza no es capaz de llegar, su empeño
da el siguiente empujón, no lucha contra nadie más que no sea él mismo. Nunca
ha buscado una recompensa, sólo hacer las cosas bien.
Eso suena raro
para muchos. Los ¿y qué ganas con eso?, ¿cuál es la recompensa? Incluso los ¿y
si lo hace otro?, pero eso es otro cuento.
De momento, éste
iba por la ilusión ante hacer algo. Más allá del deber, está vez se parece más
al placer que a otra cosa. Algo que hace por gusto, se lo van a pedir. Algo que
haría sin más recompensa que hacerlo, puede que sirva para algo.
Esta vez no se va
a quedar sólo en su cuaderno.
Sigue escuchando,
aunque ya quiere hacerlo.
- “La historia tiene que contener
estas palabras: ”. (Para el cuento son
irrelevantes).
Nuestro niño las
anota, en el rinconcito donde van los proyectos nuevos.
- “Además, no puede hablar ni de
esto, ni de lo otro. Aunque el tema es libre, sería muy importante
que hablarais de este tema, lo tendríamos muy en cuenta. También... Y
esto… y lo otro...”.
Nuestro niño deja
de escuchar, cierra el cuaderno, no anota nada más.
Esa hoja irá al
cajón de las cosas hechas sin más.Acaba de tener en su cuerpo varias
sensaciones. La primera: la ilusión, porque el placer se puede convertir en
deber. Posteriormente: todo deber tiene obligaciones que limitan el placer.
Sabe que lo hará, puede que escriba una historia buena. Pero
no va a querer que elijan su historia.
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