viernes, 25 de mayo de 2012

Un accidente


Os voy a contar un cuento

Primer día de castigo.

No sale al patio, se queda en su pupitre, en clase.

Por la ventana hoy ha decidido entrar el Sol. Bueno, son sus decisiones y nuestro niño no es nadie para contradecirlas. Cuando le toque, él también disfrutará de sus rayos y, si decide no salir, pues bienvenida sea la lluvia. Al fin y al cabo, es sólo agua.

Debería ponerse a copiar una frase sin sentido unas cuantas veces, así son los castigos, pero primero prefiere abrir su bocata.

Ese que viene envuelto en albal, que unas veces está rico y otras veces es bueno, con sus diferencias claro.

Está abriendo su bocata. Esta vez lo puede empezar a saborear, no es el que le guste más en el mundo pero… es su pequeño momento diferente en el día que se pasa encerrado entre esas cuatro paredes.

De repente, un ruido rompe su calma. Se vienen gritos, escucha carreras.

-         “Rápido, rápido”.

Se asoma a la ventana, ve revuelo. El ruido pasa por delante de la puerta. Niños y profesores corriendo.

¿Qué habrá pasado?

-         “Un accidente”. Escucha a lo lejos.

-         “Estaban los niños jugando a la pelota y se les ha escapado el balón, con tanta mala puntería que ha dado a otro niño que pasaba por ahí, se le han roto las gafas y se le han clavado en la ceja”.

Un accidente, curioso cuanto menos. En los accidentes no hay culpables, sólo victimas.

Entonces, él se pregunta, ¿qué es él: culpable o víctima?

No será nuestro niño quien decida la respuesta. Eso no sería justo.

Por cierto, otro bocata que no se termina.

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