lunes, 7 de mayo de 2012

Objetivo y resultado, pensando o sin pensar


Os voy a contar un cuento

Lo tiene claro, cristalino, sabe perfectamente como lo va a hacer, lo ha repasado tantas veces en su cabeza que nada puede fallar.

Va a llegar, el primer golpe va a consistir en dejar la canica en medio de la pista, sin llegar a entrar al circulo, a una distancia prudencial para que al resto de contrarios les cueste acercarse y que paguen su precio por ello, si quieren entrar, que sea acompañando a su primera canica.

La segunda va a consistir en un golpe con mucha clase, de esos que se dicen que son de maestro. Con un golpe sutil, hacer que la canica salte a la que le precedió, y sin tocarla, dejarla al lado del objetivo. Perfecta, para que si la quieren sacar, se arriesguen a perder todo el juego, y no, el resto de jugadores no son de arriesgar.

La tercera canica, el tiro final. Con mucha fuerza, para que golpee a la primera y con al inercia ambas entren ambas en el círculo, protegiendo a la segunda.

La partida perfecta, su cabeza la ha visto, su cuerpo la va a ejecutar, así lo tiene pensado.


Llega a jugar la partida. El empieza tirando.

Empieza a calentar la mano, sabe donde tiene que tirar, sabe lo que quiere hacer, sabe lo que tiene que hacer. En el último momento piensa... y si hago algo diferente, venga va, voy a tirar a ganar, voy a hacer otro tipo de partida perfecta. Deja la canina al lado del objetivo, justo en el centro del circulo. Mensaje directo a sus contrincantes, quitarla.

El segundo jugador, hace lo mismo, la pone al lado. 

El resto de canicas no importan.

Con la segunda canica, ¿amarrar o arriesgar?. Pregunta con una única solución posible, su segunda canica ocupa la posición de la de su rival. Por mucho que arriesguen sus contrarios, la partida esta ganada solo con dos disparos.

Si había pensando una partida perfecta, ha improvisado una mejor.

Puede que haya perdido mucho tiempo pensando, para que luego su intuición le diga lo contrario, y aun así, lo haga mucho mejor de lo que había pensado, de lo que había imaginado.

El objetivo era el mismo, el resultado el mismo. Los métodos diferentes. Que más da, ha ganado la partida, pensándola y sin pensarla

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