Martes, ese día
en el que ya no queda ni una reserva de fuerzas, de caída libre y en picado sin
ningún tipo de remedio.
Cansancio, mucho
cansancio. Consecuencia horarios y malas costumbres.
Y dejo de
quejarme y al lío.
Mañana de
desayunos, teléfonos que se entienden y otros que no.
Ir cerrando las
islas y a tantear cómo se pueden pasar los días entretenidos.
Hoy prometo que
no cometo los mismos errores de ayer, o al menos no todos.
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