jueves, 22 de marzo de 2012

Cuarta tarea


Os voy a contar un cuento.

“Los lápices que se han quedado apartados son responsabilidad de otro niño, quien los saca punta y se los vuelve a dar al encargado de guardarlos.”

Es la parte del proceso que no se puede planificar, hay algunos supuestos que hacen que esta sea la tarea improvisada:

1)     Habrá días que todos los lápices estén correctos, no sea necesario hacer nada y una vez estando todos comprobados, se podrá marchar con el trabajo bien hecho y sin haber tenido que hacer nada.
2)     En cambio, otros días se le acumulara el trabajo, y tendrá que repetir la misma operación muchas veces. Coger lápiz - sacar punta - dejar lápiz. Así, tan monótono como sea necesario.

En este caso, no hay ni serie ni paralelo, dos manos un sacapuntas. Conviene no ir muy rápido, no se vaya a afilar demasiado la punta y se rompa y haya que perder el doble de tiempo con el lápiz. Haciendo las cosas con su debida velocidad, todos los lápices quedaran bien.

Si se acumulan muchos lápices, existen más sacapuntas, pero eso ya es labor de los demás niños el querer participar o no. A los que no les incumba la tarea para realizar la suya, a lo mejor, egoístamente, se marchan. A los que si está tarea se acaba rápido ellos terminarán antes, a lo mejor, egoístamente, les conviene intervenir.

En su mano está elegir cómo entrega los lápices, si de golpe o uno a uno, dependiendo de su malicia o compañerismo, esa decisión la debe tomar. A lo mejor se ve influenciado por cómo los está recibiendo él, por la cantidad, las manos amigas o enemigas, pero eso ya queda en la conciencia de cada niño.

Una vez termina su trabajo, se puede marchar. Tanto si no ha tenido ni que empezar, como si ha tenido que afilar todos y cada uno de los lápices.

Otra cosa es que pensemos que el niño que termina de afilar los lápices, se quede a ayudar en alguna de las tareas (ayudar, no que el resto se aprovechen de su buena voluntad para no hacerlas ellos, así no aprenderían, aunque algunos consideren en esa actitud una virtud y un mérito).

Nuestro niño lo haría lo mejor que pueda o que le dejen. Seguro que cometería fallos, pero los guardaría en el rincón de las enseñanzas para no volver a hacerlo, y pondría atención en cómo lo hacen los otros, no para criticarlos, sino para aprender de ellos.

Y hasta aquí la descripción de las tareas, volveré a este cuento asiduamente para plantear situaciones y enseñanzas, cosas que le pasan a nuestro niño, pero lleva demasiados días hablando de escuela, y donde un niño se divierte de verdad (para bien o para mal) es en el parque. 

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