sábado, 17 de marzo de 2012

Madrugar


Si esto fuera la parte de definiciones, debería empezar como: “Dícese de levantarse o despertarse un instante antes de lo que el cuerpo pide”, seguramente lo acompañaría con un ejemplo del tipo: “Da igual que te levantes a las 6 de la tarde, si tu cuerpo te pide levantarte a las 6:01, habrás madrugado”.

Pero no, esto no va a estar en la parte de definiciones, así que no lo voy a poner, esto creo que va por el tema de reflexiones, eso pone en la etiqueta de más abajo.

Últimamente, madrugo mucho durante dos semanas y durante otras dos simplemente me levanto a lo largo de la mañana. Sin entrar en el número de horas, que seguro que son pocas.

Y realmente madrugar cuesta mucho, y más en este último ciclo. Normalmente se hablaba de ilusión mezclado con bostezos, legañas y ojeras.

Ahora, simplemente suena el despertador, por el momento.

Tu cuerpo se levanta y le parece justo. Coge el móvil, lo apaga y sin más ruido se prepara y hace todo lo que es necesario. Luego fuerza para no sucumbir ante los encantos del sofá y la cama, y con ese fin acostarse temprano, para intentar cumplimentar el número de horas adecuadas.

Imposible (y no de esos imposibles que merece la pena lograr, imposible de verdad), son demasiados años con malas costumbres, de creer que mientras sean buenas, da igual que sean pocas horas. La conciencia y sus cosas.

Creo que me estoy desviando.

Estas semanas, simplemente el cuerpo se ha levantado, ha hecho lo que tenía prometido, no se ha echado la siesta, ha visto como las horas pasaban y las noches se acortaban, porque simplemente, tenía que madrugar.

Como costumbre está el levantarse a pelear, sea cualquiera que sea la circunstancia. Sin importar si el Sol no quiere salir, la luna está escondida o las nubes no permiten ver las estrellas.

Pelear, por el placer de pelear, aunque no se sepa con que, con quien o contra quien.

Aunque luego la noche te diga lo contrario, que no has ganado la batalla al día.

Y llevo las dos semanas enteras, sin excepción, todos y cada uno de los días quejándome por madrugar y quejándome mucho. Peleando contra los párpados creyendo realmente que ellos deberían ganar, aunque cuando se lo permites, no quieren cerrarse.

Y tras todo este rollo, tras tanta queja. Hoy, 6:54 suena el despertador (cierto es que un rato más tarde de lo habitual, pero aun temprano). Suena, otra vez ilusión y pelea, encender tele, poner coches, no pasa nada, la decepción viene en unos 20 minutos.

Es buen ejemplo.

El problema y la solución es que mañana, con todo en contra, volverá a sonar a la misma hora, 6:54 horas.

Vamos, que dos semanas quejándome y ahora lo hago por placer, aunque ese placer te decepcione, pero y si cuela, y por fin sale algo bien.

Voy a perdérmelo por dormir unas cuantas horas, aunque realmente sepa que voy a madrugar con ilusión, voy a pelear por hacerlo bien, por cambiar un poquejo el mundo, o por lo menos, por hacerle sonreír, y cuando se acabe el día la cara de tonto se irá a dormir, decepcionado si, pero nuevamente con algún motivo para madrugar.

Me parece justo.

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