domingo, 31 de julio de 2011

Fe

nuestro niño lleva unos días con un pensamiento extraño en la cabeza. Ha estado de semana santa, ve por la tele como la gente ha huido a las playas para que les caigan tormentas de granizo, y como otros muchos han ido a sus pueblos a pasar estas fiestas.

Y para ambas tiene una reflexión.

Para la primera, puede ver que no son fechas para ir, que a la playa se va en verano y ya esta, y que una playa con mal tiempo es mucho peor que la ciudad. Si lo único atractivo que tiene ese lugar no lo puedes disfrutar, ¿para que ir?.

Y ahora viene la reflexión que le tiene mas intrigado, la semana santa, pero no la de vacaciones, sino la semana santa de la España profunda, de la religión, de la pasión. En resumen, la semana santa de las procesiones.

Tanto las que ha visto en directo como lo que ha visto por la tele le hace llegar a una conclusión, aun no tiene edad para saber que es Dios y para creer o no, simplemente observa desde los inocentes ojos de un niño, pero aun así, piensa, ¿por que sacar unas estatuas?, que van a hacer unos trozos de madera engalanados con oros y flores, que pueden mejorar nuestra ida, por sacarlas de paseo por cualquier ciudad.

No entiende los llantos que ve en la tele porque la lluvia no ha dejado sacar los pasos, tampoco entiende los llantos de emoción “por ver a su virgen o a su cristo”, y lo que mucho menos entiende es las imágenes escabrosas de gentes automutilandose, dándose golpes, arrastrando maderos y cadenas y con coronas de espinas, todo eso para purgar por sus pecados, eso no lo entiende, si es que llega a creer en algún Dios, como puede permitir que la gente haga esas barbaridades en su nombre.

Otra cosa que no entiende, siempre en todas las procesiones, cuando están en la iglesia, pasan un cesto y piden limosna, pero es curioso, como las hurnas son de oro, y como luego llevan su hermosos pasos, llenos de oro, con telas de incalculable valor, por los barrios mas desfavorecidos, y como estos pobres, creen que saliendo a la calle a que les restriegen lo que nunca conseguirán.

A pesar de lo dicho, acude a la procesión, sigue sin entenderlo, pero a sus abuelos le hace ilusión que los acompañe, puede llegar a sentir la emoción, pero no religiosa, sino la de estar participando en un espectáculo, solo que en este caso, con lo que se comercia es con la FE de la gente, y eso nunca lo compartirá.


Ya tendrá tiempo para decidir en que creer, posiblemente no sea en Dios, preferirá la humanidad, y en algunas ocasiones en el único hombre que creerá sera en él, pero todo esto lo ira descubriendo poco a poco.

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