domingo, 31 de julio de 2011

Una cuento diferente

Ahí esta, en primera fila, como siempre, como en todas las batallas, en su mano derecha su espada, a la izquierda el puñal. La cuerda de la capa le asfixia ligeramente, el fuerte viento no es capaz de levantarla, el peso se la guerra es demasiado para una brisa. Su sombreo ligeramente ladeado.

Ahí esta, dispuesto a combatir nuevamente. ¿Sus motivos?, el honor, la gloria, la patria, su rey, sus tierras, honrar a una bella doncella… Hace tiempo que los olvidó, simplemente combate y sigue vivo. No muere, porque no tiene nada que perder, no muere porque lo que perdió no esta detrás de ninguna de sus victimas, no muere, porque lo que nunca tuvo no lo encontrará tras ningún golpe de espada.

A sus flancos, numerosos hombres, el dinero, el castigo, el despecho, la valentía, les ha llevado hasta allí. El ya no reconoce ninguna cara, y quizás no lo necesita, pero sabe, que si es menester, morirá por cualquiera de los que esta a su alrededor, mientras es consciente de que cualquiera de los de su alrededor, le dejara morir por salvar su vida.

Aprieta con firmeza sus armas, y avanza a por el enemigo…..


Llega a su morada, hace mucho tiempo que no lo puede considerar hogar. Guarda con sigilo sus armas en el arcón del fondo, aposenta su sombrero en la silla y deja la capa colgada en un saliente de la puerta. Esa capa que huele tanto a muerte, y quizás incluso a victoria.

Se acuesta, nunca cierra la puerta, con un solo pensamiento. Algún rufián, algún alma caritativa, podría entrar en su humilde habitación y quitarle sus pertenencias. Llevarse esas armas que con tanto esmero cuida, perfumar la habitación sustrayendo el olor de esa funesta capa llena de vida, sin duda dejar descubierta su cabeza impidiendo que el sombrero le volviera a ensombrecer de nuevo un día.

Se duerme….

Por su vieja cabeza pasa el hecho de no volver a cargar contra un hombre, de no volver a depositar su acero en el interior de otro enemigo, en definitiva, abandonar su espada, su capa y su sombrero. 

Nunca lo ha hecho y nunca….

Se vuelve a levantar, al coger la espada piensa en hacerle el último uso. Nunca será el de quitarse la vida, eso solo esta destinado para los cobardes. Pero si utiliza su afilado metal para trocear la capa y agujerear el sombrero, no seria la manera más honorable, la capa y el sombrero, cayendo ante la espada.

Con la espada en la mano, mirando a la capa y el sombrero, lo tiene decidido, así ha de actuar…

TOC TOC

“La señora le pide otro nuevo servicio, preséntese”

Y ahí está, en primera fila, como siempre, como en todas las batallas, en su mano derecha su espada, a la izquierda el puñal. La cuerda de la capa le asfixia ligeramente, el fuerte viento no es capaz de levantarla, el peso se la guerra es demasiado para una brisa. Su sombreo ligeramente ladeado. El honor, la gloria, la patria, su rey, sus tierras, honrar a una bella doncella…

Quizás es que no conoce otra manera de actuar….

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