sábado, 30 de julio de 2011

Una canica regalada

Hoy el niño está en el parque, jugando a las canicas, de repente se añade al juego otro niño, él le conoce porque le ha visto con una amiga suya. Comienzan a jugar, y el nuevo participante saca una canica que a nuestro niño le resulta muy familiar, pero que realmente no quiere pensar que realmente proviene de donde todo parece indicar.

Es el momento de recordar, no hace mucho tiempo, estando con la niña que antes se refería, saco su canica, esa con la que nunca había perdido, esa que no sabe porque, pero un día apareció en su vida, y desde entonces la había tenido con el, pero ese día, la niña comienza a preguntarle por ella.
“que bonita es”
“es mi preferida”- contesta él
“pues es muy bonita”
“ya, la tengo desde siempre”-sigue él
“pues me gusta mucho”
Sin pensarselo más, nuestro niño se la regala “toma te la regalo, pero no la pierdas que es muy importante para mi”
“gracias la guardare”

Cuando acaba la partida, va en busca de esa niña a preguntarle sobre la canica.
“la tengo guardada”

Al día siguiente la partida es más importante, se juegan sus canicas, nuestro niño gana y pide esa canica que tantos recuerdos le trae, el otro niño al perder le pide que por favor no se la quite, que se la ha regalado una niña, y en ese momento su dedo se encamina hacia la niña de la que estamos hablando.

Nuestro niño vuelve a insistir a la niña sobre su canica, esta vez diciendola que si se la puede dejar para mañana, que tiene una partida que sabe que solo sera capaz de ganar con esa canica. La contestación de la niña no es la esperada, si confiara lo suficiente en el diría que se la ha dado al otro niño, y no pasaría nada, pero la respuesta es la siguiente:

“Me la regalaste y ahora no me la puedes pedir, los regalos son así y yo la tengo guardada”

¿Ahora que debe hacer nuestro niño?




Esto es lo que hizo nuestro niño.

Es joven, pero va conociendo al sexo opuesto, va conociendo como se comportan y su manera de actuar ante algunas situaciones. Sabe que nunca va a dar su brazo a tocer, que siempre negará haber cometido un error y que hará todo lo posible por cargarle la culpa a él, tratando de hacer que se sienta mal, y si no consigue ese objetivo, ella lo olvidará para así poder echarle en cara a nuestro niño que es un rencoroso, y que no olvida una tonteria (quizá por que no lo es), y cuando le vuelva a interesar pondra esa buena cara y utilizará esa voz con la que sabe que puede conseguir lo que quiera, aunque 5 minutos despues vuelva a decepcionar a nuestro niño.

No quiere llegar a confirmar todo lo que cree acerca de ella, pero algo tiene que hacer, no puede quedar así, o más bien, él no quiere que quede así. Por ello, habla con el otro niño, le dice que no se va a quedar con su canica, pero a cambio de una cosa, se la pide, la hace una marca y le dice que se la devuelva a la niña que se la regalo, y que mañana o ella o el se la devolverían, pero que por lo menos hasta mañana le guardara el secreto.

El niño accede, y comienza la parte divertida.

Nuestro niño le vuelve a insistir sobre su canica, ya mucho más serio, ya de manera mucho más cabezona (sabiendo que ya si la tiene), y ella, enojada, le dice, “vale, ahora te la doy, que eres un pesado, pero que sepas que me parece muy mal, porque me la regalaste, y con los regalos eso no se hace”.

Nuestro niño sigue en su sitio, sin decir todo lo que de verdad le apetece. Le entrega la canica y por casualidades de la vida, es justamente tenia la misma marca que antes el habia hecho, confirmando su teoria.

Al dia siguiente, estando los tres niños, se produce la gran situación.

Como había prometido (él si tiene palabra), le devuelve la canica a su ultimo dueño, en presencia de la niña, y prefiriendo no decir palabra, pero ella no se iba a quedar callada. 


“me has engañado y me has mentido, si sabias que no la tenia por que me la pedias”
el niño seguia callado
“como puedes hacer eso, a los amigos no se les engaña”


en la cabeza le rondan esas palabras, “a los amigos”, pensando en si la situación que el había sufrido no es un engaño, pero sigue sin mediar palabra, y se marcha, mientras la niña se queda enfadada y corriendo hacia su grupito de amigas a llorarles lo que le habian hecho, las cuales, sin preguntar más ye tendran un culpable, nuestro niño.

Nuestro niño, si sabe lo que hará mañana, o cuando vuelva a ver a la niña, la saludará y seguirá su camino. La pregunta es, ¿Le devolverá el saludo?

Yo apostaría que no, aunque me encantaría equivocarme.

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