domingo, 31 de julio de 2011

Galletas

Ahi lo tiene tan sumamente cerca de su mano, que esa distancia siendo tan pequeña es la mas grande del mundo, por más que se ha esforzado, ha sacado todo lo bueno que tiene dentro, se ha dejado el alma para conseguirlo pero no llega, le falta un palmo, el tarro de galletas sigue estando encima de la estanteria.


Volvamos un poco en el tiempo, el niño ha entrado en la cocina, y encima de la estanteria ha visto el tarro de galletas a rebosar, esas galletas que tanto le gustan. Su corta edad no le permite haber crecido tanto como para llegar, y ya se sabe, cuando se tiene alguna limitación, y se quiere algo, el ingenio(eso que llaman cerebro), ha de funcionar.

Ha cogido la banqueta de debajo de la mesa, con ella tampoco llega, pero le sirve para trepar y poderse subir a la encimera(que aun no sabe si es de consentino(guiño carruselistico, la eurocopa que tira un poco aun)), y desde ahi tratar de llegar, se estira, se pone de puntillas, y volvemos al principio de este cuento.

Tiene una dificil decisión, si sigue estirandose puede llegar, pero tambien puede empujar el tarro mas lejos y ya no llegar nunca, puede intentar cogerlo pero se arriesga a que se caiga el tarro y no pueda comerse ni una galleta. Tambien hasta el mismo corre peligro, si se estira puede perder los pies y como que no le hace mucha gracia otro golpe.

¿Que hacer?


A el siempre le gusta arriesgar, y no seria la primera vez que se la juega, pero realmente el tarro merece tanto la pena.

En esas esta decidiendo, cuando alguien entra en la cocina, sin ningun esfuerzo coge el tarro y se lo lleva.


Acaba de aprender otra lección, cuanto más pienses las consecuencias de un acto no te dará tiempo a comprobarlo.

Aunque quiza sea mejor así, pero quien le quita la cara de tonto ahora.

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